Revolución al volante: del coche eléctrico al volador
Formentera aspira a que todos los vehículos que circulen por la isla utilicen tecnologías limpias
El coche eléctrico está llamado a ser un motor de las tecnologías limpias, pero no termina de arrancar. En 2008 el entonces ministro de Industria, Miguel Sebastián, pronosticó que seis años más tarde por España rodarían un millón de vehículos eléctricos. El cálculo no pudo ser más errado. A finales de 2014 circulaban 665.000, pero no en España, sino en todo el mundo (alrededor del 0,08%), gran parte de los cuales se concentran en California, donde rueda —sin conductor, para más inri— el vanguardista utilitario de Google.
Para explicar por qué el coche eléctrico no despega al ritmo deseado los expertos aluden a dos factores: un coste elevado y una escasa autonomía. El desplome del precio del petróleo tampoco está ayudando a que el sector adquiera velocidad, aunque el escándalo de las emisiones contaminantes que ha salpicado a los motores diésel puede ser a la larga un elemento a favor de los vehículos que no usen combustibles fósiles.
Quien más gana con el automóvil enchufado es el medio ambiente. La tecnología ha contribuido a que los utilitarios contaminen cada vez menos, como demuestra el hecho de que la polución de un cuatro ruedas fabricado en el año 2000 es 100 veces menor que uno de los años setenta. Y así empiezan a entenderlo las Administraciones. La balear, por ejemplo, ha declarado Formentera espacio libre de humos, una especie de paraíso eléctrico. La isla, con un ecosistema frágil, quiere ser la primera del Mediterráneo en sacar de la vía los coches (15.000) que consumen derivados del petróleo.
En esta estrategia de movilidad sostenible el primer paso lo acaba de dar Peugeot-Citroën, que aspira a sembrar la isla con el modelo E-Mehari, versión moderna del legendario descapotable francés creado en 1968. De momento la compañía se ha comprometido a regalar seis unidades. Al tiempo, la Administración regional aplicará incentivos fiscales para, entre otras cosas, ampliar la red de recarga de baterías. Con una velocidad punta de 110 kilómetros por hora, el E-Mehari tiene una autonomía de 200 kilómetros, que da para recorrer cinco veces —ida y vuelta— la principal carretera de Formentera.
Si el coche eléctrico se impone en la sociedad será necesario un cambio psicológico en los usuarios: tendrán que acostumbrarse a enchufar el vehículo a la red eléctrica de la misma manera que ahora cargan el teléfono móvil. Quizá tengan también que habituarse a conducir artefactos que despeguen y aterricen verticalmente. Ese es el sueño de Larry Page, cofundador de Google, que desde hace seis años trabaja en un prototipo de coche volador propulsado eléctricamente. Estas miniaeronaves podrían estar en el mercado en la próxima década y serían la avanzadilla de una verdadera revolución al volante. Desde Mountain View, Google ha ganado la carrera de las comunicaciones y ahora uno de sus creadores aspira a dominar la del transporte.
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