Referenciar sin disfrazar
FOTO: Miguel de Guzmán/ Imagen Subliminal
El nuevo Museo del Tabaco de Navalmoral de la Mata, en Cáceres, es también el Centro Cultural La Gota porque en el solar donde lo han levantado los arquitectos Ramiro Losada y Alberto García había, desde la posguerra, un inmueble erigido para remediar los problemas de desnutrición infantil a partir del reparto de leche, “La Gota de Leche”, a familias cuyas madres no podían ni amamantar ni contratar una nodriza. Más allá de asumir el nombre popular de su predecesor, el nuevo inmueble se refiere al tabaco –el cultivo que durante años constituyó uno de los motores económicos de la zona- desde su arquitectura.
Es sobre todo la piel de la fachada, compuesta de un muro de vidrio invisible y una celosía de tejido cerámico (Flebrick) la que remite a los secaderos de La Vera y el Campo Arañuelo. Sin embargo, ese acabado es también un colchón térmico que evita el calentamiento durante el verano. El resto es un edificio contemporáneo y polivalente que busca relacionar el pueblo extremeño con su tiempo y con el mundo.
La relación con el tiempo la dan los servicios y la moda. El nuevo centro contine espacios expositivos temporales y permanentes –con una muestra de la pintora local Sofía Feliu- y un museo del tabaco. El vínculo con el mundo lo da el recurso de mezclar las referencias locales con modas internacionales como el apilamiento de pisos para su posterior desplazamiento. Aunque esta manera de ordenar para desordenar también remite a otros inmuebles –como el New Museum del estudio japonés Sanaa en Nueva York- no es una elección fundamentalmente caprichosa. El desplazamiento de las plantas, y su consecuente fractura del prisma inicial, mejora la iluminación y el rendimiento energético de las diversas salas y pisos potenciando una mayor relación entre espacio interior y exterior. Los forjados están escalonados en las áreas donde las cajas vuelan hasta el exterior para crear el efecto de apilamiento. Eso permite obtener grandes luces y reducir el canto de los forjados. “El sistema no solo usa menos material y crea una estructura más ligera, también aumenta la capacidad resistente del hormigón y aumenta su vida útil reduciendo sus deformaciones y fisuras”, explican los arquitectos.
El interior es testigo de la celosía cerámica –y por lo tanto “de la referencia al aparejo de ladrillo que tienen estos edificios”, sostienen Losada y García. De este modo, la geometría queda desdibujada tanto por el desplazamiento de las cinco plantas que componen el centro como por la celosía del acabado. Sin embargo, lejos de restarle fuerza al inmueble, esa falta de concreción multiplica su presencia.
Coste del proyecto por metro cuadrado, según arquitectos: 973,5 euros.
Referencias de los secaderos de tabaco de la zona y esquema del edificio
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