Mango diseña una colección especial para el Ramadán
La firma española se une a la tendencia de otras marcas como DKNY, Tommy Hilfiger, Zara y Oscar de la Renta
Una de las empresas de moda rápida española más reconocidas ha anunciado el lanzamiento de una colección especial para la celebración del Ramadán musulmán, que este año se inicia el próximo 6 de junio. Con esta iniciativa, que llegará a las tiendas el 30 de mayo, Mango —que ya lanzó el año pasado una colección similar— se suma a otras firmas que empiezan a hacer públicas sus propuestas diseñadas siguiendo los códigos del vestir que exigen la cultura y la religión de los países musulmanes.
La colección ha sido especialmente pensada para “satisfacer las necesidades diarias en las actividades profesionales y de ocio de la mujer en festividades tan relevantes como el Ramadán”, reza la nota de prensa. Compuesta por 45 piezas, ofrece diseños de corte relajado como chalecos, caftanes, túnicas y camisas extragrandes de tejidos como el popelín o la antelina pensadas para el ayuno y recogimiento que practican las creyentes desde que sale hasta que se pone el sol. También incluye vestidos largos, monos y faldas con tejidos de fantasía concebidos para la activa vida social que se vive por la noche una vez se da por terminado el ayuno.
En los últimos meses, varias han sido las marcas que han presentado productos y colecciones específicamente diseñadas para el mercado musulmán. DKNY, Tommy Hilfiger, Zara u Oscar de la Renta ya vendieron el año pasado colecciones cápsula para el Ramadán. Dolce & Gabbana sacaba a la venta a principios de 2016 su colección de abayas e hiyabs. Marks and Spencer presentaba el pasado marzo un burkini que prometía cubrir todo el cuerpo “sin comprometer un ápice de estilo”; la pieza, que la firma ya tenía en venta desde hacia un par de años en países como Dubái y Libia, se introducía por primera vez en el mercado europeo. Una tendencia que no comparte toda la industria: Pierre Bergé, cofundador de Yves Saint Laurent, se declaró escandalizado, "los diseñadores no deberían tener nada que ver con la moda islámica".
Por su parte, Uniqlo continuaba esta primavera la colaboración que había iniciado hace un año con la diseñadora y bloguera Hana Tajima, musulmana nacida en Inglaterra. Con una propuesta que incluye versiones contemporáneas de la kebaya y el hijab, ofrece una refrescante aproximación al código de vestir musulmán que prescribe que debe cubrirse la mayor parte del cuerpo como símbolo de modestia y privacidad.
Aunque los que trabajan en la industria hace tiempo que desarrollan prendas y material gráfico específico para los países musulmanes con variaciones de los diseños originales cubriendo escotes y piernas, hasta ahora se trataba de mundos impermeables y separados. Mango, que hace una década que cuenta con un departamento de colecciones especiales dedicado a ello, niega cualquier interés mediático en el asunto y declara que el único impacto que se busca es en la clienta final: “Saber que nuestras propuestas realmente se adaptan a sus necesidades y gustos. Estamos hablando de propuestas que cubren necesidades culturales e incluso gustos específicos, el respeto a la cultura y el cuidado en el trato de cada diseño son imprescindibles para nosotros.” Un artículo del verano pasado de la revista Fortune arrojaba algo de luz al fenómeno: según un estudio de Thomson Reuters, el gasto de los musulmanes en moda para el 2019 se espera que sea de 484.000 millones de dólares (unos 434.000 euros).
Voces contrarias
La presencia cada vez más recurrente de este tipo de colecciones en el mundo Occidental no está exenta de controversia. El cofundador de Yves Saint Laurent, Pierre Bergé, se mostraba absolutamente escandalizado por el incremento de esta oferta en unas airadas declaraciones a la radio Europe 1 el pasado marzo según recoge WWD: “Habiendo trabajado con Yves Saint Laurent cerca de 40 años, siempre he pensado que los diseñadores de moda están para embellecer a las mujeres y para darles libertad, y no para apartarlas con esta dictadura compulsiva, esta abominable manera de esconder a las mujeres”, sentenciaba indignado.
A Bergé, que junto a Saint Laurent participó de la liberación de la mujer durante finales de los sesenta con prendas tan icónicas como el esmóquin femenino, le parece un gesto que no le hace ningún favor: "No porque las mujeres se vean forzadas a vestir de esta manera por sus maridos, familias o entorno hay que ir en esta dirección. Por el contrario, deberíamos enseñarles a desvestirse, a rebelarse, a vivir como las mujeres de hoy alrededor del mundo".
Acusado por algunos de islamofóbico, Bergé, que prepara la apertura del museo de Saint Laurent en Marrakech, se defiende: “He vivido en Marruecos la mayor parte del tiempo. No soy islamofóbico”.
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