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No creas todo lo que recuerdas

Quizá te has pasado toda la vida recordando que de pequeño te pasó tal cosa y un buen día, pasado el tiempo, en una conversación con un hermano, te das cuenta de que no era cierto, de que tu memoria quizá te había fallado. Motivo: nuestra colección de archivos del pasado está llena de defectos. Y esto es una mala y una buena noticia al mismo tiempo. Veamos qué le pasa a nuestra memoria para no ser tan fiable, como explica la psicóloga Julia Shaw.

  1. Podemos evocar recuerdos que nunca ocurrieron. Los investigadores hicieron el siguiente experimento con estudiantes universitarios: les indujeron a imaginar una infracción que no habían cometido, como un robo o un asalto. Durante dicha persuasión, además, mezclaron hechos reales de alta carga emocional que habían obtenido de sus propios familiares con sucesos que nunca sucedieron. Y después de crear ese cóctel, les entrevistaron a ver qué recordaban. Pues bien, el 70 por ciento de los estudiantes dieron detalles del incidente que nunca habían vivido. Parece que así funciona nuestra mente… y lo que consigue, por cierto, la persuasión social (como la publicidad o mensajes subliminales)
  2. Nuestra memoria es selectiva. En los años 60 se hizo una encuesta entre hombres y mujeres acerca del porcentaje de las tareas domésticas que hacía cada uno. El resultado fue curiosamente el mismo para ambos sexos. Tanto las mujeres como los hombres consideraban que hacían el 70 por ciento de las tareas de la casa. Como las matemáticas no engañan, no cabe duda de que somos expertos en organizar los armarios de la memoria conforme a unos criterios previos y que recordamos aquello que más nos interesa (aunque sea en detrimento de otras personas).
  3. Diferenciar los recuerdos verdaderos de los inventados a veces es difícil. Científicos de la Universidad de Northwestern en Chicago han descubierto que lo que imaginamos se superpone a aquello que realmente hemos vivido, lo que hace que nuestro cerebro no sea capaz de diferenciar entre lo que ha vivido y lo que ha imaginado. Eso significa que si visualizamos algo con muchísima intensidad podemos confundirlo con algo que realmente haya existido. Esta investigación publicada en la revista Psychological Science levantó un debate interesante en la comunidad científica entre partidarios y detractores, que todavía sigue abierto… pero lo que parece que hay consenso es que podemos llegar a confundir la realidad con la imaginación.
  1. Podemos evocar recuerdos que nunca ocurrieron. Los investigadores hicieron el siguiente experimento con estudiantes universitarios: les indujeron a imaginar una infracción que no habían cometido, como un robo o un asalto. Durante dicha persuasión, además, mezclaron hechos reales de alta carga emocional que habían obtenido de sus propios familiares con sucesos que nunca sucedieron. Y después de crear ese cóctel, les entrevistaron a ver qué recordaban. Pues bien, el 70 por ciento de los estudiantes dieron detalles del incidente que nunca habían vivido. Parece que así funciona nuestra mente… y lo que consigue, por cierto, la persuasión social (como la publicidad o mensajes subliminales)
  2. Nuestra memoria es selectiva. En los años 60 se hizo una encuesta entre hombres y mujeres acerca del porcentaje de las tareas domésticas que hacía cada uno. El resultado fue curiosamente el mismo para ambos sexos. Tanto las mujeres como los hombres consideraban que hacían el 70 por ciento de las tareas de la casa. Como las matemáticas no engañan, no cabe duda de que somos expertos en organizar los armarios de la memoria conforme a unos criterios previos y que recordamos aquello que más nos interesa (aunque sea en detrimento de otras personas).
  3. Diferenciar los recuerdos verdaderos de los inventados a veces es difícil. Científicos de la Universidad de Northwestern en Chicago han descubierto que lo que imaginamos se superpone a aquello que realmente hemos vivido, lo que hace que nuestro cerebro no sea capaz de diferenciar entre lo que ha vivido y lo que ha imaginado. Eso significa que si visualizamos algo con muchísima intensidad podemos confundirlo con algo que realmente haya existido. Esta investigación publicada en la revista Psychological Science levantó un debate interesante en la comunidad científica entre partidarios y detractores, que todavía sigue abierto… pero lo que parece que hay consenso es que podemos llegar a confundir la realidad con la imaginación.
“Nunca es tarde para una infancia feliz”

Así que atrevámonos a revisar los armarios de nuestra memoria.

Comentarios

Recuerdos buenos, malos recuerdos... Son memorias del pasado. Pero el presente es hoy. Y el mañana lo construyes tú. Quisiera convencerte de algo: Siempre hay... Razones para el optimismo https://dametresminutos.wordpress.com/2015/10/17/razones-para-el-optimismo/ vía @jiribas
La dimensión autobiografica del ser humano y su influencia en la conducta actual, ha sido, gracias al psicoanálisis, sobredimensionado, de modo tal que ese archivo de experiencias traumáticas denominado subconciente, ha adquirido un protagonismo excesivo, por el efecto mismo de su consideración social. Hoy podemos ubicar mejor el peso de la memoria en nuestra conducta y, efectivanente, cuestionar que realmente sea un archivo de hechos objetivos.Pero lo que con todo esto ha quedado claro es que las personas necesitamos de constructos como el alma, la memoria, el amor, o la libertad, para regular nuestra conducta, a falta de otros mas concretos, o a la espera de otros mejores. Si esto es así, tanto nos dá regularnos con nuestros recuerdos o hacerlo con nuestros proyectos. Inventar la posibilidad, el sentido vital o la quimera social y actuar confome a algo que tampoco está presente pero explica lo que hacemos. Por eso si alguien dice "quiero ser como John Malkovich y está resuelto a hacer lo necesario, habrá que creele y ayudarle.
Muchísimas gracias José Iribas y José Oriol. Vuestros comentarios son valiosísimos. Un abrazo fuerte!!!

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