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CLAVES
Columna
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De la acampada al plató

El 15-M lo comenzaron sobre todo dos movimientos de los que no hemos vuelto a saber nada: Juventud sin futuro y Democracia real, ya!

Jorge M. Reverte
Íñigo Errejón en la presentación del lema "Un país contigo, Podemos" en la campaña de las elecciones legislativas del 20-D
Íñigo Errejón en la presentación del lema "Un país contigo, Podemos" en la campaña de las elecciones legislativas del 20-DKike Para

Todavía está por ver que el movimiento del 15-M, el de los indignados, se convierta en hecho histórico reconocible, como lo fue por ejemplo Mayo del 68, o si se confirmará como uno más de los muchos que han florecido en la España del desencanto, del final del zapaterismo y el comienzo de la España de los apandadores, que parece sin fin.

El 15-M lo comenzaron sobre todo dos movimientos que posiblemente han pasado a mejor vida: Juventud sin futuro y Democracia real, ya! No hemos vuelto a saber de ellos, y eso que sus reivindicaciones no se han cumplido en absoluto porque la juventud sigue sin futuro y la democracia real tal como la concibe alguien del 15-M no ha avanzado un ápice.

A toda esa masa que se movió desde la Puerta del Sol hasta el último rincón de España se unieron un montón de organizaciones, que fueron instalándose en la plaza madrileña en tiendas de campaña con sus cocinas y sus sacos de dormir dentro. Había unos cuantos profesores de Ciencias Políticas con el pensamiento de Ernesto Laclau y Hugo Chávez bien aprendidos. Y aquello empezó a funcionar como querían los profesores. Y nació Podemos.

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Eso fue hace cinco años. Y alguna formación política como esta última ha intentado hacerse con la paternidad del movimiento. Lo que ha generado algunas discusiones.

Pero ya no estamos hablando de lo mismo que hace cinco años despertó una simpatía sin límites. Hoy el 15-M ha convertido lo que era un campamento en un gigantesco plató que aprovecha una cadena de televisión que apostó por esa opción política al mismo tiempo que los profesores.

Hoy Íñigo Errejón campea por ese plató como lo hizo en sus tertulias su compañero Pablo Iglesias. Ninguno de los dos está en una tienda de campaña. Pero lo que más llama la atención es la seguridad: los guardias que velan por que de allí no falte ni un bolígrafo trabajan para una empresa privada. Es posible que eso sea lo que más choque con la gente que rodea el plató.

Seguridad privada. Eso sí que suena a liberalismo. Y quizás explique lo que ha llevado a cambiar la tienda de campaña por un plató.

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