La belleza del misterio
El cortometraje español ‘Timecode’ compite en la sección Oficial de Cannes, donde participan diez filmes de todo el mundo
Una vigilante de un aparcamiento subterráneo. Un vigilante de un aparcamiento subterráneo. Cuando ella acaba su jornada laboral, empieza la de él. Y viceversa. Jornada tras jornada. Hasta que un día ella descubre la pasión de él, lo que hace en esas largas noche de aburrimiento. Timecode, de Juanjo Giménez, participa en la Sección Oficial de Cortometrajes del festival de Cannes, un apartado que en el certamen se cuida con exquisito mimo, y que se valora igual que sus hermanos mayores en duración. Para hacerse una idea, el corto catalán es uno de los 10 trabajos seleccionados entre 5.008 aspirantes.
Giménez (Barcelona, 1963) tiene una larga carrera como cineasta, tanto en la producción como en la dirección de cortometrajes. No es un recién llegado, no filma para saltar al largo. Ya filmó ese primer largo de ficción, Tilt (2001) y su primer corto es de 1994: Hora de cerrar. Más aún, Timecode nace como resultado de un trabajo de la Escola de Cinema de Reus. “Es cierto que si miras mi filmografía es larga, da un poco de miedo”, comenta entre risas en la quinta planta del Palacio de Festivales. “Como todo el planeta, envías tu trabajo a Cannes y cruzas los dedos”. ¿Y por qué esta vez sí ha seleccionado? “No tengo ni idea. Me gusta explorar mundos que sienta lejísimos, como cuando hice un documental sobre boxeo, Esquivar y pegar. En Timecode he indagado en la danza”. El filme juega con el misterio y la belleza que esconde esa relación, en una pareja interpretada por dos prestigiosos bailarines, Lali Ayguadé, Nicolas Ricchini. “Vi un programa de televisión sobre danza y contacté con ellos”, explica el director de sus dos protagonistas. “Puede que el juego al thriller, incluso alguien piensa que es otra película de zombies, haya jugado a favor de su selección. También que me gusta poner ciertas situaciones en el sitio inadecuado, que le choque al público. El aparcamiento le da un plus a la relación de la pareja”.
Al cineasta siempre le ha gustado esa imprevisibilidad. “He hecho y he visto cortos toda mi vida, y sé que como creador debes huir de los clichés. Con esta pieza quería explicarles a mis alumnos de Reus que no tenían que caer en los tópicos. Hice hincapié en la elaboración del corto de la importancia de la elipsis. Por eso Timecode podría parecer una clase de dirección”, realizada eso sí, con gran talento y depurada puesta en escena. “El guion nació de una experiencia mía. Yo trabajaba en una multinacional, tenía mucho tiempo libre y escribía allí mis guiones. Hasta que una compañera se enteró y no reaccionó de la misma manera que la protagonista del filme”. A partir cambió el objeto del deseo en colaboración con su coguionista habitual, Pere Altimira. “A mí me tira la comedia, y aunque este no lo es, he guardado un par de gags…”. Efectivamente, hay que ver Timecode hasta el final, gracias a las vueltas de tuerca. “Yo no quiero contagiar la depresión. Ya vemos cientos de cortos que dejan KO. Yo también los he dirigido. Esta vez quería que hubiera esperanza”.
Y de ahí a Cannes. “Para la exposición del corto y para la distribuidora del filme esto está siendo un subidón. No quiero ahora quejarme, pero este festival nos trata como lo que somos, cineastas. En cambio, en el certamen de San Sebastián no hay selección de cortometrajes, aunque sé que su director está luchando por ello. En Málaga el premio no se entrega en la gala principal. Estos detalles hay que mimarlos. Y ya no entramos en la poca labor de las televisiones públicas”. Giménez no piensa cambiar con esta proyección internacional. “Yo soy un militante del corto. Es más, mi siguiente proyecto será un corto, y pase lo que pase con Timecode no lo pienso cambiar”.
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