¡El pito no se toca!
Aún es habitual pegar un tirón o usar cremas de esteroides ante la fimosis de los niños pequeños. El pediatra Jesús Martínez explica por qué es un error
"Niño, el pito no se toca". Esta expresión tiene diversas connotaciones y muy diferentes. Recuerdo cuando mi cuñado le regaló a mi hijo un silbato y se pasaba todo el día pitando hasta que los nervios afloraban por el incesante ruido. ¡Niño, el pito no se toca! Claro que se acabó cuando le regalé a mi sobrino un tambor. Hicimos un pacto de no agresión y se terminó el problema, ahí se agotó la carrera musical de ambos.
El niño de dos o tres años descubre que le cuelga algo entre las piernas y que además es placentero tocarlo, así que se pasa todo el día dale que te pego. Es un acto natural y sin maldad, pero que la cultura católica imperante ha hecho pecaminoso e incluso tilda de nocivo, cuando no lo es. ¡Niño, el pito no se toca!
Pero no me voy a referir en este artículo a la moralidad de tal evento, ni al silbato tampoco, sino a otro problema, la fimosis. Pito es un eufemismo para referirse al pene, pero hay muchos otros, cola, pichilla, pilila, etcétera. Tres partes anatómicas son importantes para abordar el tema de la fimosis. En el extremo del pene, independientemente de su tamaño, que de verdad no importa, está el glande y éste está recubierto por una piel que se llama prepucio y que permite en su extremo la salida al exterior por el orificio prepucial. Fimosis se llama al estrechamiento del orificio que impediría la retracción del prepucio y la salida al exterior del glande, evento que debe ocurrir en la penetración vaginal.
Todo varón suele nacer con una fimosis que dura el primer o segundo año de vida, para después ir haciéndose la piel del prepucio más elástica y en el momento de comenzar con las erecciones alrededor de los dos años, se irá poco a poco dando de sí esa piel y permitiendo que el glande pueda salir. Por cierto, el niño cuando empieza con las erecciones, a los dos años, suele decir que le duele, se levanta "empalmado", que diría Urdangarín, y no es rara la preocupación de los padres ante semejante "sufrimiento".
El prepucio cubre el glande para protegerle del exterior, evitar roces e infecciones y preserva las terminaciones sensitivas posteriores del placer. Es verdad que culturalmente judíos y árabes practican la circuncisión, que consiste en quitar total o parcialmente el prepucio, y en muchas sociedades no confesionales también se practica por pretendidas causas de higiene; he llegado a leer que incluso para protegerse del sida. Absurdo.
No se me ocurre ningún motivo por el que el bebé o niño pequeño de 2 o 3 años tiene que conseguir la retracción total del prepucio, obsesión de muchos pediatras y enfermeras, que lo suelen resolver al tirón rasgando el prepucio o bien con cremas de esteroides para conseguir un desarrollo temprano que de todas maneras se dará en su momento durante la adolescencia. La suelta hormonal que sucede a los 12, 13 o 14 años provocará el crecimiento de testículos y pene y el cambio del prepucio, haciendo de él una piel blanda y elástica para que pueda cumplir su función en el caso de necesitarlo. Aplicar esas cremas es poner esos esteroides localmente para conseguir su desarrollo antes de tiempo, y sinceramente vuelvo a repetir no se me ocurre ninguna razón para querer conseguir eso a temprana edad, cuando ocurrirá de todas formas cuando le salga bigote.
¡El pito no se toca!
Desterremos la manía del tirón. Luego nos quejamos de prácticas salvajes en lugares lejanos, pero nosotros no vamos a la zaga en rituales bárbaros. Las retracciones extemporáneas, y más cuando el niño con 3 o 4 años ya no se deja, van a provocar dolor y más de un desgarro interior en el prepucio con su consiguiente grieta y cicatriz, que ira haciendo que el orificio se haga fibroso y estemos nosotros creando una verdadera fimosis donde no la había.
Es cierto que un 5% de niños pueden tener problemas de fimosis más adelante, ya vimos que era normal hasta el año, pero si persiste más adelante y el orificio prepucial tiene un anillo fibroso, eso no se va a resolver nunca, por lo que tendrá que pasar por cirugía, pero son los menos casos. Para todos los demás, ¡el pito no se toca!
Y ya por fin me queda hablar de la parafimosis, esto es, cuando de tanto tocar y retraer un buen día el prepucio se va atrás y ahorca el glande, interrumpe la circulación correcta y aquello se va poniendo cada vez más gordo y más morado, por lo que no es raro terminar en urgencias. ¡El pito no se toca! Si esto os ocurre, antes de ir a urgencias aplicad frío con algunos hielos y según baje la inflamación estiramos el prepucio hacia afuera, pero a veces la única solución es la cirugía.
Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@ y director médico de Mamicenter. Si quieres hacerle alguna consulta a él y a su equipo, escribe a mamasypapas@elpais.es
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