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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Realismo mágico venezolano

La decisión de Maduro de acortar la semana laboral a los funcionarios no solucionará la crisis energética

El País
Protestas en Maracaibo en rechazo al racionamiento eléctrico obligado por la sequía.
Protestas en Maracaibo en rechazo al racionamiento eléctrico obligado por la sequía.HUMBERTO MATHEUS (EFE)

La decisión del gobierno de Venezuela de paralizar casi por completo el día a día de la gestión del país instaurando para los funcionarios una semana laboral de dos días —lunes y martes— constituye una disparatada y peligrosísima huida hacia adelante de Nicolás Maduro para combatir la escasez energética.

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La situación parece directamente extraida de un relato del realismo mágico. El Ejecutivo justifica la instauración del fin de semana de cinco días por el bajo nivel de agua —por la sequía— de una central hidroeléctrica que genera el 70% de la energía consumida en el país sudamericano. Suspendiendo, en principio durante quince días, la mayor parte de la actividad en el sector público —los colegios ya han declarado festivos los viernes— se pretende evitar el colapso energético.

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La iniciativa de Maduro alimenta las sospechas de la oposición, que controla el Congreso: precisamente el martes comenzó la recogida de firmas necesarias para activar un referéndum revocatorio del mandato del presidente. Hay un plazo de 30 días hábiles para reunir esas firmas (hacen falta 195.000, el 1% de los inscritos en el registro electoral), pero ahora, con la semana oficial de dos días, el referéndum se puede posponer casi sine die.

El régimen de Maduro, enrocado en su negativa a reconocer que perdió estrepitosamente el respaldo popular en las elecciones legislativas del pasado seis de diciembre, puede seguir adoptando medidas desesperadas mientras —literalmente— mira al cielo esperando que llueva, pero apenas servirán para solucionar el desastre económico y administrativo. La brutal crisis energética que atraviesa uno de los países más ricos del mundo en reservas de petróleo solo es explicable por la incompetencia y la corrupción continuadas en la gestión de los recursos naturales. Y viene a sumarse a una precariedad material inconcebible hasta hace pocos años en un país como Venezuela.

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