Quién necesita ministros cuando se tiene un amigo
El jefe de Gobierno portugués resuelve temas de Estado con amistades de juventud
El primer ministro portugués, António Costa, ha tenido durante seis meses a una especie de becario sin contrato que le ha resuelto tres problemones que ninguno de sus asesores, ministros, secretarios de Estado ni cientos de miles de funcionarios públicos eran capaces de solucionar. Esta perla se llama Diogo Lacerda Machado, en palabras del primer ministro, su “mejor amigo”. Además de resolver lo imposible, todo lo ha hecho gratis.
La anómala relación ha puesto de acuerdo por primera vez a todos los partidos del arco parlamentario del país, que han solicitado explicaciones, primero, y, después, una regularización laboral y jurídica del “mejor amigo”.
Lacerda ha intervenido secretamente en tres de los grandes problemas que heredó en noviembre el Gobierno socialista: la privatización de las líneas aéreas TAP, la pelea entre CaixaBank y la angoleña Isabel Dos Santos por el control del banco BPI, y las protestas de los perjudicados por el pufo del Banco Espírito Santo.
Costa se ha extrañado de la polémica: “Vamos a ver”, se defendió en plan campechano en una emisora de radio, “el Diogo es mi mejor amigo desde hace muchos años, tenemos una relación muy próxima”. O sea que es fiel , que no le va a engañar y que no cobra, algo que deja malparados a ministros y secretarios de Estado (le han dimitido tres en una semana); más aún cuando sus misiones se cuentan por éxitos.
Tras actuar Lacerda, los estafados del Espírito Santo se han callado; los accionistas del BPI se abrazaron un rato, y los dueños de la TAP han renunciado a la mayoría en favor del Estado sin decir ni mú. Los malpensantes apuntan que al expropietario de la TAP le han renovado (a dedo) la concesión del metro de Oporto, pero son malpensantes.
Lacerda tendrá ahora un contrato de ocho meses por el que cobrará 2.000 euros brutos. Ahora la pregunta de interés nacional es si el primer ministro no tiene un par de amigos más y así, por el mismo precio, dejar arreglado el país y hasta la misma Europa.
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