Lo que no te cuentan en los cursos preparto
Queridos expertos no estoy diciendo que dé la sensación de que llevéis 35 años dando el mismo curso ni que no sirvan para nada
Hay un capítulo de Doctor en Alaska (Northern Exposure en VO o La Última Fronteraen Latinoamérica) en el que Maggie lleva a Fleischman en su avioneta a un pueblo todavía más remoto que Cicely a dar unos cursos de higiene personal. Cuando llegan, se encuentran con un buen número de parejas primerizas que esperan un curso preparto. Una vez aclarada la confusión, Joel empieza así la primera clase: "Hay cuatro palabras que necesitan saber para prepararse adecuadamente para el parto, tomen nota señoras: YO-QUIERO-LA-EPIDURAL".
Durante años, fruto de la aprensión y de la ignorancia, pensaba exactamente así, que esas cuatro palabras eran lo único que tenía que saber sobre el parto. Y logré llegar a los treinta y tantos sin enterarme (queridas amigas que me contasteis vuestras terroríficas experiencias, lo confieso, no os escuchaba, pero no por falta de amor verdadero sino por verdadero pánico). Sin embargo, todo cambió en el preciso instante en el que, tumbada para la primera ecografía de mi embarazo, la ginecóloga sentenció: "Este es el primero saquito gestacional y este es el segundo". Me entró un miedo de tal calibre solo con imaginar los dolores de parto dobles que pasé de no querer saber nada a sobredocumentarme.
Desechado internet como fuente de documentación (no he visto jamás tantas faltas de ortografía y tantos disparates juntos como en los foros de madres), me puse a leer todas las biblias del embarazo que encontré (la mayoría muy aburridas, por cierto), pero sentía que aún no sabía apenas nada. "Oye, y esto de los cursos preparto, ¿qué tal es?", pregunté a mi gurusa de la maternidad, a la sazón creadora de este blog. "No te van a servir de mucho, pero ve", me contestó. Y efectivamente, así fue.
¿Qué ves en esta imagen? El médico muchas cosas, tú apenas nada (y no te lo explican).
En primer lugar, me dirigí a la Seguridad Social, pero me resultó imposible asistir al curso que me ofrecían, ya que las clases eran a media mañana y en días laborables. Así que hice en primer lugar uno privado especial para embarazos gemelares y cesáreas por las tardes y luego, cuando los médicos decidieron de repente que se podía intentar un parto natural a pesar de que me habían hablado de cesárea segura desde el primer momento, me apunté a un segundo curso los sábados porque estaba de 7 meses y no sabía respirar ni empujar ni nada de nada. El caso es que salí de ambos cursos con una ligera idea de cómo hacer la maniobra Heimlich y una reanimación cardiopulmonar pero sin saber cambiar un pañal.
Queridas matronas, ginecólogas, psicólogas, enfermeras y pediatras, no estoy diciendo que dé la sensación de que llevéis 35 años dando el mismo curso (que en uno nos pusieran vídeos VHS no quiere decir nada), ni que las clases preparto no sirvan para nada, ni que los que vosotras impartís no sean mejores y más completos que los que yo recibí, lo que sí digo es yo, por mi parte, eché de menos lo que sigue:
1) Que enseñaran a cambiar el pañal a un bebé (y a cogerlo y a calmarlo y a vestirlo). Aunque parezca increíble, una persona puede haber llegado perfectamente a los 30 sin haber frito un huevo, sin haber cambiado un pañal en su vida y sin saber que a los bebés se los baña con jabón sin jabón. Yo lo había hecho una vez a cada uno de mis sobrinos, mal y con supervisión, así que me pasé el primer curso mirando unas muñecas que tenían criando polvo y pensando "venga, ahora es cuando las sacan y nos ponemos a hacer prácticas, como en las pelis". Pero nada de nada, oiga. Como decía mi propio, un optimista nato, tuvimos la suerte de que los mellizos pasaron cinco días ingresados y nos lo enseñaron todo las benditas matronas de la Maternidad de O'Donnell, que si no no sé qué habríamos hecho sin saber si quiera cómo coger a un bebé en brazos. Con todo, nos pasamos los primeros días en casa pensando en demandar a Dodot por publicidad engañosa. Hasta que una amiga nos aclaró que a los nenes hay que ponerle la colita hacia abajo, si queda para arriba se sale el pis.
2) Cuáles son tus derechos. Sí, vale, esto no tiene nada que ver con la medicina, pero no estaría mal incluir una sesión en la que te contaran en qué consiste el permiso por maternidad, por paternidad, por lactancia, ayudas y deducciones y cuál es el panorama en otros países. Así a lo mejor entenderíamos mejor lo que quiso decir Bescansa en lugar de criticarla tanto.
3) Qué trámites hay que hacer. ¿Sabías que si estás casada puede ir el padre solo a inscribir al bebé en el Registro pero que si sois una pareja de indocumentados tienes que ir tú también con los puntos y todo? Pues yo, no. Y este es solo uno de los muchos papeleos que trae tu retoño bajo el brazo, de los que nadie te informa y que van desde empadronarlo a hacerle la tarjeta de la Seguridad Social. Por suerte, gracias a una publicidad que recogimos en un hospital nos enteramos de que hay empresas como Pequetrámites que lo hacen todo por ti. Además de encargarse de todo, nos contaron que la única ayuda al recién nacido que no se ha cargado la crisis es para partos múltiples. Embarazada, si alguien te pregunta qué te puede regalar que sea útil, no lo dudes ni un segundo.
Las lecturas típicas de una embarazada.
4) Qué es un plan de parto. Puedes ir a dar a luz a lo loco y encomendándote al Santísimo y al equipo que te toque en suerte o puedes decidir cómo quieres que sea y escribirlo en un papel, que por supuesto pueden ignorar pero que también puede servir en caso de duda. No es agradable, pero este es el momento en el que tienes que conocer las palabras enema, rasurado, sondaje, vía venosa, episiotomía, motorización, tactos vaginales y oxitocina, además de epidural, y decidir si las quieres en tu parto ideal o no. Yo me arrepiento muchísimo de no haber hecho un plan de parto porque por ejemplo sufrí lo indecible a causa de que no me dejaron beber nada desde las cinco de la tarde a las nueve de la mañana y ahora me entero de que, según Sanidad, se puede beber líquidos durante la dilatación.
5) Qué preparar. Tengo una cajita que se enchufa y calienta las toallitas húmedas. Pensé "qué delicia" cuando me la regalaron. Pero resulta que si se calienta algo húmedo qué es lo que pasa... efectivamente, que se seca. Al trastero. Y así con otras tantas cosas más que compré y que no sirven para nada. En cambio, cuando creí tenerlo todo listo resultó que no tenía ni lo básico. Mi cuñada me sacó de mi error cuando me llamó para ver qué tal iba y me preguntó cuántos bodies había comprado y le dije que dos por cabeza. Mi razonamiento fue que al nacer en abril no se necesitan camisetas de manga larga. Ella se rió y me dijo: ¿Cómo que dos? ¡Si es su ropa interior! Imagina cuántas veces te cambiarías al día si te cagaras encima... pues eso. Y a los bebés, nazcan cuando nazcan, siempre se les viste de manga larga los primeros días, porque no regulan la temperatura". Pues esto no te lo dicen, esto tienes que llevar tú sabido. En honor a la verdad en un curso nos contaron las compras "necesarias, optativas y nunca", pero no abarcó ni una millonésima parte del impresionante mercado de la tontería que se ha generado con los bebés (pocos y tardíos) y no empezaron por el principio, por los bodies, que es por donde se debe empezar si lo que tienes delante son verdaderos zangolotinos como yo.
6) Cómo sobrevivir al puerperio. Otra palabra que debes conocer es esta, que define el periodo postparto y que por decirlo en una palabra es un infiernillo del que no se suele hablar. Entre los puntos, que no te haces con el bebé, que la lactancia es agotadora, que no diferencias el día de la noche, que además no tienes tribu a la que recurrir y que los platos y las lavadoras se amontonan, sumado a las visitas y a los loquios que son un autentico asco... Más que preparar a las mujeres para el parto, habría que avisarlas de lo que viene después. Se hace, pero según mi experiencia, poco.
7) Lactancia. Señoras matronas, ginecólogas, asesoras de lactancia, ligas de la leche y demás, por favor no empiecen sus charlas diciendo lo primero de todo las palabras mastitis, grietas o ingurgitación mamaria. No puede ser que lo primero que hagan sea atemorizar a la pobre primeriza, que asocia directamente lactancia a problemón. Es cierto que pueden surgir contratiempos, pero lo más normal es que no los haya, si no no habríamos sobrevivido como especie. La embarazada no quiere ver diapositivas de posturas, quiere ver dar de mamar en directo a ser posible, cómo se coge al bebé, cómo se coloca, cómo saber si lo estás haciendo mal... Tenemos tan interiorizado el biberón y tan desnaturalizada la teta que al colocarme a la niña por primera vez me tuvieron que corregir la postura porque la apoyaba en el antebrazo, que es donde se coloca para darle el bibe y eso que ¡no había dado jamás un bibe!
Probablemente el problema sea mío, porque ningún curso puede descender al nivel cero de conocimientos y empezar diciendo "buenos días, esto que tienen ante ustedes es un bebé", pero yo habría necesitado clases para dummies y no de nivel enterado, en los que dan por hecho que uno ya ha sostenido en brazos a varias docenas de bebés. Al margen de lo que eché de menos, recuerdo con mucho cariño ambos cursos porque me reí muchísimo (para empezar, de mí) y descubrí infinidad de cosas, muchas de ellas muy útiles y otras, esenciales, como por ejemplo que no se puede poner a dormir a un bebé boca abajo (tu madre te dirá lo contrario en esto y en casi todo), que no se le puede sentar hasta que empiece a hacerlo él, qué es una hemorragia postparto y cuáles son las señales de alarma por las que hay que salir pitando al pediatra y cuáles no. Ah, y cómo evitar las estrías (JA JA JA). Pero los cursos deberían actualizarse, durar más, tener una parte práctica y otra de aspectos legales. Si estás embarazada, aprende las cuatro palabras mágicas y ve al curso (pero no solo).
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