'Del revés': sentimientos para grandes y chicos
Una historia corriente, pero contada desde dentro del cerebro de los personajes
La semana pasada, tuve la oportunidad de asistir a un pase de la nueva película de Pixar, Del revés (Inside out), con mis hijos. Una historia corriente, con la que nos podemos sentir identificados tanto niños como adultos, pero contada desde dentro del cerebro de los personajes. Los protagonistas no son tanto la niña, Riley, y sus padres, sino los sentimientos que controlan su mente y su comportamiento. Puede parecer complicado, pero la película consigue hacerlo sencillo, entendible y muy divertido.
Es una de esas cintas que, si bien gustará a los niños, tengo la impresión de que tendrá entre sus mayores seguidores a los adultos. En el pase al que asistí, con otras madres blogueras y sus hijos, había ocasiones en las que se escuchaba la carcajada general de los adultos, sin que los niños hubieran captado la broma, la gracia de ver reflejados en dibujos algunos conflictos cotidianos a los que nos enfrentamos como padres y su explicación. Mientras, los niños se lo pasan en grande con las aventuras de Alegría, Tristeza, Asco, Ira y Miedo, los cinco sentimientos básicos que pueden toman el mando de nuestro cerebro y explicar nuestro comportamiento.
Del revés cuenta la historia de Riley, una niña de 11 años hasta entonces feliz cuya vida se ve trastocada por un cambio de ciudad. La mudanza, el nuevo colegio, el dejar atrás a los amigos y costumbres de siempre, coinciden con una edad de transición a los vaivenes de la adolescencia, una edad en la que los sentimientos, como muestra la película, se hacen más complejos y ya no se limitan a esa alegría básica que prima en la infancia.
La película, dirigida por Pete Docter, autor de Up, muestra el caos que reina en el cerebro de Riley -un verdadero mundo, con sus habitantes, paisajes, islas y abismos- y que desconcierta a sus padres. Tiene esa acción y humor que engancha a los niños, aunque también tiene trasfondo: ayudarles a entender sus propios sentimientos, y la importancia y el papel de cada uno de ellos, incluidos algunos con tan mala fama como la tristeza o la ira. Eso sí, es una película que entenderán y disfrutarán más cuanto mayores sean los niños. A Elisa, por ejemplo, de cuatro años, se le hizo larga, mientras que Natalia, de 6, y David, de 7,5, la disfrutaron, pero aún les gusta más películas más simples y con menos matices como Los Minions, que se limita a una sucesión de gags.
A los mayores también nos hace reflexionar y nos ayuda a recordar que el comportamiento infantil, que a veces tanto nos irrita, tiene una razón de ser, que se les escapa a los propios niños porque obedece a unas fuerzas interiores que no entienden y no son capaces de controlar. Nos ayuda a empatizar con ellos y ser más comprensivos, por lo menos durante la hora y media que dura la película... Y nos hace reír y disfrutar como niños.
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