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Ellas hablan en verde 15 mujeres han cursado una formación intensiva en la Universidad Autónoma de Madrid, apoyadas por la Fundación Mujeres por África, para implementar sus proyectos contra el cambio climático en su país, Tanzania "Soy periodista medioambiental". Así se presenta esta tanzana de 33 años, redactora de 'The African', que rebosa energía y no para de hacerse 'selfies' allí donde va. Con sus reportajes sobre proyectos contra el cambio climático en Tanzania liderados por mujeres espera poder concienciar a sus lectores, pero también a los políticos de su país. "Tenemos que convencerles de que es importante la conservación". Al principio escribía sobre diversos temas, pero decidió especializarse porque sintió que debía hacer algo para luchar contra el calentamiento global. "Las mujeres son las más afectadas: caminan muchas horas para recoger agua y leña. Los hombres solo esperan a que les hagan el desayuno o se van de bares. Como mujer, creo que es mi deber tratar estos asuntos en mis informaciones". Y de paso, zanja, intentar que la situación de la población femenina cambie. Tukuswiga (42 años) es locutora de una Radio Furaha, una emisora local de la localidad tanzana de Iringa. Coordina un programa destinado a mujeres en el que aborda cuestiones de género, violencia, empoderamiento, salud y cuidado del medio ambiente. “También hago campaña sobre el cambio climático: explico el proceso, pero también cómo combatirlo. Además emitimos un programa especial para granjeros sobre cómo adaptarse al fenómeno”. Tukuswiga opina que las mujeres tienen papel especial que jugar en la lucha contra el calentamiento global. “Son muy importantes porque son madres, y ellas tienen la responsabilidad de educar y enseñar y sensibilizar a sus hijos, que son las generaciones futuras. Ellas pueden lograr el cambio”. Leocadia, de 43 años, es profesora de Geografía e Historia para alumnos de secundaria en Mwanza, una localidad situada en una isla del lago Victoria. Desde 2006 es miembro de la ONG local Gumzo la Wasichana. “Trabajamos con niñas y mujeres a las que damos alfabetización pero también damos sensibilizamos en temas de medio ambiente. El cambio climático afecta a las mujeres porque hace que tengan menos comida y a agua; y ellas son las responsables de proveer a sus familias de estas dos cosas”, describe. La manera de sensibilizar es mediante talleres de formación y reuniones con las mujeres de los pueblos de los alrededores. Uno de los últimos ha sido para enseñar a cultivar un tipo de patata dulce con semillas mejoradas. “Quiero asegurarme de que todos los hogares tengan acceso a alimentos gracias a técnicas que ayuden a combatir el cambio climático”. Sophia (55 años) trabaja como analista de políticas públicas agrícolas en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca ed Tanzania. Con su proyecto pretende mejorar el sistema de procesado de desechos sólidos y líquidos del matadero Vingunguti que en la actualidad se vierten al río Msimbazi. El objetivo final es mejorar la salud de la población que bebe su agua contaminada y riega sus cultivos con ella. "Además de los 2.500 provistos por la Fundación Mujeres Por África, los otros recursos que puedo aportar son: mi tiempo, experiencia profesional y mis habilidades. Así como el apoyo de los trabajadores del matadero y los vecinos de Vingunguti". Esther (55 años) es agricultura con 20 hectáreas de tierra. El principal problema que observa es la sequía, lo que se traduce en malas cosechas y, en última instancia, malnutrición de la población que depende de sus cultivos para alimentarse o tener ingresos. Su propuesta para combatir estos efectos es enseñar a otras campesinas a deshidratar sus hortalizas. "No tienes pérdidas y las puedes vender después", indica. Ella ya lo hace con su producción en su propia compañía, Makileo Foods, en la que tiene cinco empleados. "Estoy orgullosa de mi trabajo y mi empresa", asegura. Pero lejos de enriquecerse ella sola con su idea, quiere que otras mujeres también se beneficien. "Yo ya tengo una casa y mis tres hijos han ido a la universidad, deseo que otras puedan hacerlo". Evelyn trabaja en la ONG Kicora (Kigoma College by Radio), que emite programas sobre derechos humanos, salud y medio ambiente. A través de las ondas llegan a muchas comunidades. "No todo el mundo se puede comprar revistas", dice. Debido a sus trabajos en esta y otras ONG antes, viajó por las zonas rurales de Tanzania y vio la situación de necesidad de comunidades sin acceso a educación o el sistema sanitario. "Me tocó el corazón y pensé que podía hacer algo". Además de la radio, la organización vende compresas asequibles y da formación a adolescentes embarazas. Su iniciativa en el marco del programa Voces Verdes se llama 'Salvar el Mundo' y propone combinar la horticultura y el cultivo de productos tradicionales (yuca , frijoles, maíz) para luchar contra el cambio climático y asegurar el alimento a las poblaciones. La periodista de 43 años, y coordinadora de la Red de Medios sobre Medio Ambiente de Tanzania (EmNet, por sus siglas en inglés) se ha marcado un objetivo, junto a sus colegas reporteras, a conseguir tras su formación en España: "Elaboraremos una campaña para amplificar las ideas de estas 10 mujeres [líderes comunitarias y campesinas beneficiarias del programa de becas de Mujeres por África] para adaptarse y combatir el calentamiento global. Nos aseguraremos de que sus proyectos sean conocidos por otras mujeres. Lo que queremos es que la gente se conciencie en Tanzania, aquí y cualquier otro lugar porque el cambio climático es un problema global". Judica, de 51 años, es una periodista multitarea que trabaja en la Tanzania Broadcasting Corporation (TBC). Lleva 18 años en el oficio y desde que en 2005 acudió a la Cumbre del Clima en Nairobi se ha especializado en asuntos relacionados con el cambio climático. Desde su experiencia advierte que el interés del público por este fenómeno se consigue demostrando sus efectos: “Por ejemplo, cuando un pastor ve un determinado tipo de mosca, sabe que se acerca la temporada de lluvias. Pero si deja de verlas se preguntará por qué. A él hay que explicarle que eso que está observando es por el impacto del calentamiento global”. También aporta otra de las claves para mantener el interés del público: “Escribimos durante las cumbres y campañas, pero hay que informar durante todo el año y ser constante porque el cambio climático lo es”. Trabaja en el desarrollo empresarial sostenible de Aroma Coffee House, donde elabora los planes de responsabilidad social corporativa potenciando el papel mujer en la producción y venta de café. En su afán por mejorar la vida de las mujeres y luchar contra el cambio climático, Farida (31 años) ha diseñado un proyecto para construir cocinas solares con materiales disponibles en Tanzania. "Quemar madera es insostenible", subraya. Cree que su idea tendrá éxito porque los habitantes de zonas rurales lo aceptarán en tanto que el ingenio es funcional. "No lo rechazarán porque si quieren hervir agua, podrán seguir haciéndolo". Y barato. ""Se lo podrá construir cualquiera con materiales disponibles en el país". Y más: "Si quienes aprendan lo quieren fabricar para sus vecinos, ¡crearán su propia industria!". Las sequías son cada vez más comunes en Tanzania debido al cambio climático y Abiah, de 62 años, no quiere que eso afecte a la seguridad alimentaria de su país. "Cuando no llueve, la gente se queda sin comida, sube el precio de la misma y tampoco pueden comprarla. Por eso, para que no falte alimento en todo el año, ha diseñado un plan para que más agricultoras cosechen cultivos resistentes a la falta de agua. "El sorgo, la yuca, los cereales y ciertos frutales aguantan bien", explica. "Soy una mujer profesional, trabajo la tierra por mi misma, vendo mi producción, tengo una casa y fui a la universidad. La malnutrición es un problema femenino en todo el mundo, y por todo esto tengo el mandato de ayudar a otras con mis conocimientos", abunda. El proyecto de Magdalena (58 años), trabajadora del Ministerio de Agricultura, está centrado en la producción y cultivo de setas, una tarea muy ventajosa porque se puede realizar en espacios muy reducidos, incluso en la propia vivienda. “Con dos metros cuadrados es suficiente”, asegura. Su equipo forma a familias de bajos ingresos en varios distritos de Dar es Salaam que aprenden que una de las ventajas es el ahorro de agua, algo beneficioso para la economía casera y para el medio ambiente. “Los granjeros usan mucha agua para regar lo que cultivan, como el arroz, y el agua es cara y escasa en Dar es Salaam mientras que las setas requieren muy poca”, sostiene. “Luego puedes vender un kilo de setas por diez mil chelines tanzanos (unos cuatro euros). Es un negocio bueno y ayuda a ahorrar agua”. Abejas para la biodiversidad es el nombre del proyecto de Mónica (55 años), que trabaja en Dar Es Salaam como directora adjunta de una estrategia del Ministerio de Recursos Naturales destinada a mitigar el cambio climático. Esta implica la conservación de un bosque de 240 hectáreas a 20 kilómetros de la capital. “El bosque está siendo deforestado porque la gente lo tala para obtener madera que vender”, explica. “El proyecto ofrece una alternativa económica: la apicultura. Enseñamos a las comunidades cómo mantener panales para producir miel. Así, conservamos el área, creamos una actividad económica generadora de ingresos”. Ya hay involucradas 150 personas que reciben formación para obtener un producto de mejor calidad. Además se han constituido como cooperativa para vender más y así obtener mayores beneficios. Regina no se conforma con ser profesora de instituto y copropietaria de una empresa de construcción junto a su marido. "He iniciado una carrera política porque quiero llegar al Parlamento para ser útil a mi comunidad, mejorar la vida de la gente", explica. "Muchos, cuando salen elegidos, se olvidan de los pobres y solo se preocupan de sí mismos". Ella no lo hará dice. En parte, porque es una mujer. "Soy la única que concurre a las elecciones en mi provincia. Quiero demostrar que podemos, que la política no es solo cosa de hombres. Siempre salen elegidos hombres y seguimos teniendo problemas", indica. Su proyecto en el marco del programa de Voces Verdes de la Fundación Mujeres por África consiste en la expansión del uso de cocinas de leña mejoradas. "Se ha ido muy lejos cortando árboles", dice. "El objetivo general de mi proyecto es proporcionar un nuevo esquema de ingresos para las mujeres en la comunidad con el fin de mejorar su seguridad alimentaria y nutrición a través de la apicultura", detalla Mariam, de 62 años, en la presentación de su iniciativa. Con su programa de crianza de abejas pretende que la producción de miel, cera y propóleos se convierta en una empresa agrícola local que de ingresos a las mujeres pobres que poseen pequeños terrenos, a la vez que contribuya a la conservación del medio ambiente. Para ello, su propuesta incluye formar a la población femenina en el cuidado del insecto. Con 26 años, Farida es la más joven de las periodistas beneficiarias del programa Voces Verdes de Tanzania. Su papel en la difusión de los proyectos de sus compañeras de viaje, líderes y campesinas, será fundamental, pues la reportera trabaja como presentadora de programas en uno de los medios de comunicación que más audiencia tiene: la televisión.