Jefe, el niño se ha puesto enfermo...
El 36,5% de las madres señala a las enfermedades de los niños como principal problema para conciliar vida laboral y su cuidado
Vuelvo a escribir tras una semana en KO técnico por algo tan poco impresionante como un catarro. En resumen, cuatro días totalmente en cama, alternando frío y calor, fiebre y sudores, tos y mocos. Y mientras, dando las gracias todos los días porque mi Eduardo es autónomo y se ha podido organizar (también es una temporada de poco trabajo) para recoger a David (tres años) y Natalia (20 meses) del cole, tarea de la que normalmente me encargo yo. También le han tocado en exclusiva las tareas que habitualmente compartimos: meriendas, juegos, baños y cenas. Un par de días he contado con las sopas y comiditas de mis padres, pero ya jubilados y viviendo a 40 kilómetros, bastante han ayudado.
Una prueba de lo que puede trastocar la organización familiar una enfermedad leve, pero que hay que pasar. Y que me lleva a algunas cuestiones con las que tienen que lidiar a diario padres y madres trabajadores: ¿Qué hubiera pasado si mi pareja no hubiera tenido un horario flexible? ¿O si se hubiera puesto malo alguno de los niños, con ambos padres trabajando fuera?
La incidencia de la enfermedad de uno de los padres no está estudiada, según me explica la socióloga Constanza Tobío, aunque probablemente la solución principal será la habitual red familiar. Tobío sí conoce bien el tema de la repercusión de las enfermedades infantiles banales e imprevistas (el nene se despierta con fiebre), definido como uno de los "puntos negros de la conciliación" en un informe publicado en 2005 por la Fundación Alternativas (Descargar Lab. ALTERNATIVAS 79 )
"Es una gran laguna en las políticas de conciliación en nuestro país, la falta de permisos puntuales para el cuidado de niños enfermos". Tobío explica que en muchos países europeos existen este tipo de permisos retribuidos, como en los nórdicos, en Austria, Países Bajos, Alemania o Bélgica. Pueden llegar a 12 días al año, o calcularse en horas anualizadas, pues muchas veces no se necesita un día completo, sino solo de unas horas para poder organizarse ante el imprevisto.
De hecho, el 36,5% de las madres encuestadas señalaba las enfermedades de los niños como principal problema para compatibilizar la vida laboral y el cuidado de los hijos, seguido por la falta de coordinación entre horarios laborales y escolares (23,6%) y la larga duración de las vacaciones escolares (20,8%). El 60% de las madres trabajadoras consideran un problema la enfermedad del niño. "Tiene un efecto muy negativo sobre la actividad laboral de las madres, sobre la tranquilidad", afirma la socióloga.
"Ahora se resuelve con la red familiar, los abuelos u otro familiar; porque la actividad laboral de uno de los padres permite cierta flexibilidad, o porque existe cierta flexibilidad de hecho en el centro de trabajo", me explica Tobío. Pero no está regulado, de forma que en cierto modo, depende de la buena voluntad y el acuerdo entre el trabajador y el jefe. Entre los que hacemos EL PAÍS, por ejemplo, dependiendo de la empresa y del convenio de cada uno y de la organización de cada sección o departamento, se recurre a los chupetines (días que compensan los festivos trabajados), a días de asuntos propios, de vacaciones, se compensa con horas extra o directamente se descuenta el día no trabajado de la nómina.
El artículo 37.3 del Estatuto de los Trabajadores tan solo contempla "dos días por el nacimiento de hijo o por el fallecimiento, accidente o enfermedad graves, hospitalización o intervención quirúrgica sin hospitalización que precise reposo domiciliario, de parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad". Recientemente, el Congreso ha aprobado un permiso retribuido para cuidado de hijos menores con enfermedades graves, como el cáncer, que requieren de una hospitalización larga.
Nada sobre enfermedades leves y repentinas, sobre todo de niños pequeños, que pese a curarse con un poco de reposo y antitérmicos, requieren de la presencia de un adulto. De forma que cuando no existe esa red familiar o esa flexibilidad de hecho en la empresa, madres (mayoritariamente) y padres acaban por faltar del trabajo sin cobertura, solos o por turnos. Entre ambos suman un 30% de los casos. "Supone una fuente de tensión, consta como falta laboral que puede llegar a ser causa de despido".
El estudio de 2005 de Tobío y del demógrafo y economista Juan Antonio Fernández Cordón concluía que "el carácter aleatorio, variable e impredecible, de esta situación, hace que la solución más eficaz pase por la posibilidad, para los progenitores, de poder ausentarse del trabajo cuando el cuidado de hijos enfermos requiera su presencia. Se trata de un permiso de corta duración, destinado específicamente al cuidado de los niños enfermos, que existe en muchos países e, incluso, en algunos lugares de trabajo en España. Éste es el recurso que responde también de manera más adecuada a tal situación en términos de coste económico".
¿Y vosotros, cómo os apañáis cuando se pone malo el niño?
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