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Tentaciones

Este es el coche del futuro y lo hemos probado

Tesla lanza hoy al mercado Model 3, un automóvil respetuoso con el medio ambiente que está llamado a ser la estrella automovilística –y ecológica– de esta temporada

Fabrica de Tesla en Fremont (California).
Fabrica de Tesla en Fremont (California).

Es sencillo: te metes en su web y solicitas un test drive. Te dan cita y ya está. Eso sí, a España aún no ha llegado. Pero en EE UU Tesla tiene 93 establecimientos. Aprovechando un viaje que hice el pasado febrero, me acerqué a uno de ellos en Nueva York. Más que un concesionario, parece una tienda Apple, con pantallas táctiles, estética techie y, presidiendo, el Model S, el automóvil estrella de Tesla. A su lado, el supercharger, el cargador eléctrico destinado a erradicar los surtidores de gasolina del planeta.

Ecología low cost sobre cuatro ruedas

La última hora de esta compañía –que cerró el pasado año con unas pérdidas millonarias– tiene algo que parece ser otro as en la manga: el coche Model 3. ¿Sus señas de identidad? Costará unos 31.000 euros aproximadamente –la mitad que el Model S–, tendrá una autonomía de 320 kilómetros por carga.

En 2003, alguien soñó todo esto. Elon Musk, figura omnipresente de Silicon Valley. El hombre que le ganó la partida a los bancos con PayPal y que revendería después aquella empresa a eBay para financiar sus dos posteriores proyectos: SpaceX, la primera compañía aeroespacial privada capaz de crear cohetes reutilizables, y Tesla Motors, pionera en el transporte 100% eléctrico. Su misión: acelerar la transición mundial hacia un transporte sostenible. Hoy, Musk es también dueño de Solarcity, uno de los baluartes de la energía solar en EE. UU, e impulsor del Hyperloop, el tren supersónico 100% sostenible.

Yo, conductor

Pero para eso aún falta. Hoy lo más supersónico que tengo ante mis ojos es el Model S P90D: su sedán de gama alta, que cuesta entre 109.000 y 129.000 euros. Spencer, un empleado con el logo bordado en la espalda de su chaqueta, nos invitaa subir. Se abre solo, por supuesto, al detectar la cercanía del conductor. Y al sentir tu peso en el asiento del piloto, arranca solo. Spencer lo pone en ludicrous mode (sí, como la "velocidad absurda" de La loca historia de las galaxias), para que sintamos la aceleración más bestia de Tesla: de 0 a 96 km/h en 2,8 segundos; más rápido que una caída libre a la tierra.

Soltamos el volante. Atravesamos el Meatpacking en piloto automático. Lo más alucinante de esta funcionalidad no es que el coche vaya solo, sino que llegó a los propietarios de un Model S en modo de actualización de software, como tantas otras actualizaciones, mientras dormían. Un Tesla siempre está conectado a Internet y cualquier fallo mecánico te lo arreglan a distancia. Su base es la de la Inteligencia Artificial: el coche va aprendiendo a medida que lo conduces. Si al principio no reconoce los semáforos, pronto lo hará. Por cierto, ¡me acabo de saltar uno! Da igual, llevo un Tesla P90D.

Ya de vuelta, me siento obligado a pedir un folleto. Aparentar, al menos, mi firme interés en adquirir un Tesla. Spencer me dice que no: "No trabajamos con papel. Te mandaremos un PDF". Tesla Motors, hasta en esto, quiere salvar el planeta.

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