Sobre la inmortalidad
La materia no se crea ni se destruye, se transforma. Este principio físico es el punto de partida para demostrar nuestra inmortalidad. Desde el punto de vista biológico, los seres vivos nacemos, crecemos, nos reproducimos (o no) y, finalmente, morimos. Sin embargo, desde la perspectiva de la física somos eternos. Todos nosotros somos materia. Somos el producto de la reorganización estructural de átomos que existen desde el origen del universo. Cuando morimos, nuestras células se desintegran, pero los átomos que nos conforman continúan existiendo, pudiendo volver a formar parte de otra estructura o incluso de otro ser vivo. Además, si durante nuestra vida conseguimos transmitir una idea, un recuerdo imborrable a alguien al que queremos, produciremos en esa persona un cambio físico, real, que persistirá aun después de nuestra marcha. Así, de alguna forma, seguiremos vivos mientras haya alguien que nos recuerde. Para aquellos que no tenemos la suerte de creer en la vida eterna prometida por las religiones, esta demostración de inmortalidad que ofrece la física consuela. Y mucho.— Pablo Ruiz Frontera.
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