Ropa para mujeres activas
Dos antiguas empleadas de Goldman Sachs fundan una marca de moda que permite simplificar su vida a las profesionales
Meg He y Nina Faulhaber llevaban vidas tan ajetreadas que la ropa no lograba estar a su altura. A caballo entre Londres y Nueva York, vivían con una maleta siempre hecha, trabajaban duro y hacían deporte a diario. Las limitaciones de las prendas tradicionales y los constantes cambios de vestuario les suponían un engorro. Un momento de iluminación llevó a estas dos amigas a fundar una marca de moda que les permitiese simplificar sus vidas. Así nació Aday. Una colección de prendas dirigidas a la mujer activa. "Veíamos el mundo cambiando a nuestro alrededor, existen apps que facilitan las cosas, y sin embargo nuestra ropa no se actualizaba", cuentan por email.
"No importa lo que hagas vestida de Aday", aseguran. "Nuestras clientas han presentado una política energética al gobierno y han corrido maratones. Nosotras hacemos la ropa para que tú vivas cómo quieras". Aday se sitúa en la poco explorada intersección entre moda y tecnología. La faceta más técnica es evidente en el diseño poco restrictivo y en los tejidos que replican sedas, lanas y son lavables a máquina. Los artículos se producen con estándares olímpicos entre Portugal, EE UU y Reino Unido. Algunas de esas mismas fábricas producen los bañadores del nadador Michael Phelps.
Cuando aún no ha pasado ni un año tras haber fundado la firma, su esfuerzo empieza a dar frutos. La actriz Lupita Nyong’o es una de sus clientas y la revista Forbes las ha incluido en su listado de figuras relevantes menores de 30 años, entre los que hay estrellas de Hollywood, deportistas y emprendedores.
Su meteórica carrera en la moda es una elección improbable para estas socias de 28 años. Meg He, nacida en Beijing y criada en Reino Unido, es licenciada en Económicas por la universidad de Oxford y cursó un máster de empresariales en Stanford. Nina Faulhaber es de Frankfurt, ha competido como gimnasta, vivido en Montreal, Singapur, Londres y Nueva York y ha trabajado en finanzas y start ups de consumo tecnológico. Se conocieron en la oficina londinense de Goldman Sachs, trabajando en un proyecto de minería. Aprendieron muy rápido pero el ambiente laboral de un gran banco no iba con ellas. Las jornadas interminables las habían dejado exhaustas, con dolor de espalda y sin tiempo para el ocio.
Abandonaron Goldman Sachs y enseguida se dieron cuenta de que era posible vivir de otra manera. Heg se trasladó a San Francisco, donde las oficinas promueven que los empleados mediten, coman sano y se tomen tiempo para hacer deporte. Allí se formó como profesora de yoga, empezó a escalar y corrió su primer maratón. Faulhaber empezó a interesarse por un estilo de vida más saludable, y cada mañana consultaba webs sobre salud mientras leía The Economist o el Financial Times. Aday está diseñada a imagen y semejanza de su nueva vida, con prendas que cuestan de media unos 100 euros pero que se llevan tanto a la oficina como a clase de pilates. Estas premisas conectan con los valores de los millennials, consumidores informados y cuidadosos, que gastan más en disfrutar de experiencias que en posesiones materiales.
"Ahora se prioriza el bienestar mental y físico, un acercamiento holístico que va más allá del gimnasio", explican las empresarias. "Las generaciones jóvenes mezclamos trabajo y vida personal, y el calzado deportivo está cada vez más presente en nuestros ambientes de trabajo. No necesitamos mucho, pero esperamos mucho de lo que compramos. Personas influyentes como Sheryl Sandberg —número dos de Facebook—, han resaltado nuestra necesidad de marcarnos objetivos, lo que nos hace estar cada vez más ocupados", describe sobre los hábitos que la marca representa.
Teniendo en cuenta su formación en finanzas, Aday podría englobarse dentro de la tendencia denominada athleisure, término que describe a la ropa de deporte para no hacer ejercicio, que según informes recientes demuestra que es un negocio multimillonario que supone el 17% del mercado textil estadounidense. Pero Heg y Faulhaber insisten en que quieren etiquetar su empresa como una simple marca deportiva: "Nunca diríamos a una mujer lo que tiene hacer con nuestra ropa", rematan.
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