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Número dos en Facebook e icono de estilo involuntario

Sheryl Sandberg marca tendencia aunque detesta que la vean así

Bárbara Ayuso
Sheryl Sandberg, en Sun Valley en 2014.
Sheryl Sandberg, en Sun Valley en 2014.RICK WIlKING (REUTERS)

Si quisiera, Sheryl Sandberg podría empapelar su despacho de Silicon Valley con los títulos que se le adjudican: icono del mundo tecnológico, del feminismo de tercera ola, de las ejecutivas que desafían una cultura empresarial dominada por los hombres, y una decena más. Pero hay uno que jamás aceptará: ser referente de estilo. La número dos de Facebook, una de las mujeres más poderosas del mundo, repele las referencias a su atuendo, a pesar de ocupar con frecuencia portadas de publicaciones especializadas. Si su regla de oro es salir a las cinco de la tarde del trabajo, la de plata es jamás hablar de moda. Por mucho que le insistan.

Una omisión que alcanzó especial relevancia con su polémico libro Vayamos adelante, donde relata su historia de éxito y exhorta a las mujeres a tomar ciertas pautas para desenvolverse en un mundo donde son minoría. Sandberg habla sin tapujos de cómo gestionó su embarazo cuando era directora de operaciones de Google o de conciliar la vida familiar y llegar a la cúspide. Pero en todo el recetario de consejos, no hay una sola referencia a la vestimenta profesional. Desde cabeceras como Financial Times o The New York Times le afearon el gesto, argumentando que al negarse a hablar de su atuendo, ayudaba a perpetuar la percepción de la moda como una cuestión superficial. Si estaba determinada a que la mujer dejara de ser juzgada por su aspecto, darle la espalda al tema no era solución. “Si Mark Zuckerberg puede hablar de por qué encabeza una oficina donde todos van en sudadera, ¿por qué ella no lo aborda?”, inquirían.

Sandberg desoyó las críticas. Posó en la revista Vogue junto a Michelle Obama, Christine Lagarde o su colega Marissa Mayer, pero fue la única cuyo modelo no se detallaba. La moda era el elefante en la habitación. Pero quiera o no, su forma de vestir levanta expectación. Su estilo, lejos del sempiterno traje de pantalón tradicional de las ejecutivas, sobresale.

Los zapatos de Sandberg, en la última cumbre de Davos.
Los zapatos de Sandberg, en la última cumbre de Davos.REUTERS

 La musa de Davos

Los botines de Prada o los vestidos de tubo de Calvin Klein se han convertido en su marca personal, y el mes pasado fue oficiosamente erigida como embajadora del “estilo Davos”, tras su participación en el Foro Económico Mundial. No le restó atención a su discurso y tampoco descontextualizó sus logros, pero sí supuso otro foco de atención.

Los motivos de Sandberg para ser tan refractaria con este asunto es algo que solo ella conoce. No parece congraciarse con el estilo de otras mujeres como Hillary Clinton, quien confrontó a un entrevistador que le preguntó por sus vestidos: “¿Me habría preguntado eso si fuera un hombre?”, le pretextó. Sandberg, en cambio, se limita a guardar silencio. Sus tendencias son portada, su estilo es escrutado al milímetro, pero ella no se preocupa en sonreír para la foto. Es icono de estilo, aunque sea a su pesar

Sheryl Sandberg, en dos de sus intervenciones en el Foro Económico de Davos del pasado mes de enero.
Sheryl Sandberg, en dos de sus intervenciones en el Foro Económico de Davos del pasado mes de enero.cordon press

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Sobre la firma

Bárbara Ayuso
Periodista en EL PAÍS Audio. Ha desarrollado su carrera en diarios como EL PAÍS y ABC y revistas como Jot Down y Forbes. Es licenciada en periodismo por la Universidad San Pablo CEU y coautora de 'Viaje al negro resplandor de Azerbaiyán'.

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