_
_
_
_
DEFENSORA DEL LECTOR
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El futuro de la edición impresa

El anuncio de que EL PAÍS pasa a ser un periódico eminentemente digital inquieta a algunos suscriptores

Las películas futuristas son un género cinematográfico de éxito. Para los periodistas, imaginar el futuro de nuestra profesión, lejos de ser un ejercicio de fantasía, es un ejercicio de supervivencia desde hace al menos una década.

Desde que Internet pasó a convertirse en el vehículo de comunicación omnipresente que es hoy (una tendencia claramente ascendente), los periodistas hemos sabido que nuestra profesión entraba en una nueva era. Una nueva era en la que el futuro se forja a cada instante. Si ayer lo novedoso eran los diarios digitales, hoy se sabe ya que la información viaja a través de motores de búsqueda, como Google, y de las redes sociales, en las que los diarios deben alojar sus noticias. Y que es el teléfono móvil el soporte de lectura mejor situado para sustituir al papel. Hasta ahora, todos los intentos de acoplarse a los tiempos parecen haber ido por detrás de estos tiempos dominados por una evolución tecnológica y un cambio vertiginoso en los hábitos sociales.

De todo esto hablaba la carta que el director de EL PAÍS, Antonio Caño, dirigió hace un par de semanas a la Redacción (y de la que se publicó un resumen en la edición impresa), anunciando cambios importantes en la concepción y en la elaboración de este diario para hacer frente a esta nueva era.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

EL PAÍS se dispone a convertirse, decía, “en un periódico esencialmente digital; en una gran plataforma generadora de contenidos que se distribuyen, entre otros soportes, en el mejor periódico impreso de España”. Y añadía: “Asumimos el compromiso de seguir publicando una edición impresa de EL PAÍS de la mayor calidad durante todo el tiempo que sea posible”.

Esta afirmación no ha evitado que algunos de los lectores de la edición impresa, muchos de los cuales lo son desde el 4 de mayo de hace 40 años, hayan reaccionado con inquietud al anuncio de estos cambios. Uno de ellos, José María Rabanal Herrera, suscriptor de Barcelona, me ha escrito un mensaje en el que pone de manifiesto sus dudas respecto al futuro proyectado. “La pregunta que me asalta y me preocupa”, escribe, “es: ¿conseguirán ser tan buenos como fueron hace 40 años o se perderán en elucubraciones que a los lectores nos la traen al pairo?”.

Más adelante, señala: “Me ha llegado al alma el que en ‘el corazón de la Redacción’ encuentren acomodo analistas de audiencias en vez de analistas de calidad, e incluso de sintaxis y ortografía”. Antes de despedirse con el melancólico presagio de que, tal vez, este diario deje de ser el suyo muy pronto. “Lo cual estoy seguro de que no les importa en absoluto”, añade, “ya que no leo el periódico en móviles de cuarta generación”.

El compromiso es seguir dedicando recursos y energías a la edición impresa

Entiendo la preocupación de este lector, pero es un hecho que EL PAÍS, como todos los grandes diarios del mundo, sufre los efectos de la constante caída de ventas en los quioscos, y la reducción de ingresos publicitarios. Diarios como el británico The Independent se han visto obligados a abandonar el soporte de papel, ante la imposibilidad de asumir los costes, mientras cada vez más rotativos tienen que recurrir a las reducciones de plantilla para sobrevivir.

El jueves, el grupo que edita el diario The Guardian, y el dominical The Observer, </CF>anunciaba una reducción de 250 puestos de trabajo para enderezar las cuentas que llevan años en números rojos. Las pérdidas de este diario, muy seguido en Internet y que mantiene su edición impresa, se aproximan a los 75 millones de euros anuales.

Reconocer esta situación no significa renunciar al soporte de papel a día de hoy. EL PAÍS tiene motivos para seguir mejorando su edición impresa. La que le ha llevado a ser lo que es, y a la que está dispuesto a seguir dedicando atención y energías considerables. Porque, aunque los tiempos cambien vertiginosamente, y los datos de las encuestas (como la última edición de Navegantes en la Red que realiza la Asociación para Investigación de los Medios de Comunicación) muestren que casi la mitad de los internautas sólo leen los diarios en la Red, vemos que son todavía muchos (un 37,3%) los que no renuncian a leer su diario en la edición impresa. Por algo será.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_