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Columna
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Decisiones conservadoras

El desvío en el uso de la palabra tal vez se deba a una clonación del inglés 'conservative'

Álex Grijelmo

El médico le dice al paciente que, entre operarle y recetarle unos fármacos, prefiere el tratamiento conservador. Es decir, que no le abrirá con un bisturí.

El presidente de la empresa le ordena a su financiero que, entre un presupuesto de ingresos exitoso y otro pesimista, escoja también el conservador. Es decir, que deberá prever menos ventas (lo cual suele reducir en consecuencia la previsión de gastos).

De ese modo, un planteamiento “conservador” implica en los ámbitos profesionales que no se arriesga con soluciones rápidas, sino que se toman caminos que requieren mayor esfuerzo y más tiempo. El gestor con esas ideas optará por un magro beneficio seguro frente a la búsqueda de unos hipotéticos ingresos ingentes mediante una inversión aventurada. Sin embargo, a veces esa gestión “conservadora” deja a las empresas sin vocación de innovar, anquilosadas en su espacio confortable. Y el doctor que no arriesgue puede prolongar una enfermedad si los fármacos recetados no surten efecto. Así es la vida: pura elección. Intuiciones derivadas de la experiencia. Acierto o error en la toma de decisiones.

La nueva acepción del término sugiere que rechazar un riesgo tiene un tinte derechista; y asumirlo, de izquierdas

Esos significados de “conservador” en los lenguajes profesionales no tienen de momento un claro refrendo académico. Según el Diccionario, el término se aplica a quien es “favorable a la continuidad en las formas de vida colectiva y adverso a los cambios bruscos y radicales”. La acepción adecuada al caso parece ceñirse, pues, a la política.

Sin embargo, algunos partidos que se reclaman conservadores desmienten su propia definición y no se dedican mucho a conservar lo que encontraron al ganar las elecciones. Entre nosotros tenemos ejemplos recientes de bruscas reversiones sociales que el lector sabrá enumerar sin ayuda.

Al extenderse el término “conservador” por las jergas profesionales, se puede inferir con él la idea de que rechazar un riesgo tiene un tinte derechista, de lo que se deduciría que la gente de izquierdas es más osada y asume más peligros; y que por ello resulta inadecuada para dirigir una empresa. Como si hubiera una gestión ideológica de todo, incluida la de una tienda de chuches.

El origen de tal desvío es quizás una nueva clonación del inglés. Conservative equivale en los contextos políticos a “conservador”. Pero en la economía, la medicina, el derecho (incluso en el fútbol se habla de “tácticas conservadoras”), la palabra clonada del inglés desaloja a cuatro adjetivos muy acreditados en español para calificar a quien no hace apuestas arriesgadas: “prudente”, “cauteloso”, “precavido”, “moderado”.

Un médico o un financiero “conservadores” merecerán alguno de esos cuatro adjetivos. En cambio, ciertos políticos que dicen ser conservadores no se distinguen precisamente por ninguno de ellos.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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