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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El salto tecnológico de las mafias del crimen

Lo importante es no bajar la guardia y tener en cuenta que los delincuentes del clic van siempre un paso por delante

Rosario G. Gómez
Un teclado con el símbolo pirata, en alusión a los delitos informáticos.
Un teclado con el símbolo pirata, en alusión a los delitos informáticos.samuel sánchez

En 2007, Estonia sufrió uno de los mayores ciberataques vistos hasta entonces en el seno de la Unión Europea. El detonante fue el cambio de ubicación, en la capital del país (Tallin), del Soldado de bronce, el monumento a los miembros del Ejército soviético caídos en la II Guerra Mundial. Lo que empezó como una clásica protesta callejera no tardó en trasladarse a la Red y los asaltos electrónicos se extendieron como la pólvora. Afectaron a ministerios, embajadas, empresas, bancos, periódicos. La alarma cundió en Estonia, paradigma de la e-ciudadanía por el frecuente uso de Internet en las actividades administrativas —el voto electrónico está establecido desde hace casi una década— y la vida cotidiana.

Aquel ataque sobresaltó a toda la Unión y puso de manifiesto el alcance de las amenazas asociadas a un mundo cada vez más dependiente de las tecnologías de la información y la comunicación. La Red se ha convertido en refugio y soporte de todo tipo de delitos. Los más tradicionales y rentables, como la venta de drogas, el tráfico de armas o la extorsión, han encontrado en Internet un fabuloso aliado (en 2014, las empresas españolas sufrieron 70.000 ciberataques). Las mafias criminales del mundo real han dado el salto tecnológico. Ya no usan las ganzúas para acceder a una vivienda y desvalijarla; ahora atracan a través del correo electrónico. Los hackers entran en el sistema informático de una empresa y piden rescates para restablecerlo. Si la víctima no paga, amenazan con bloquear los datos y borrar los archivos. En las pequeñas empresas este chantaje suele oscilar entre los 1.000 y los 3.000 euros, pero las grandes corporaciones se enfrentan a peticiones de dinero millonarias.

Así es hoy en día el fraude más común. Los ciberdelincuentes infectan a través de un virus (el famoso y letal CryptoLocker) un ordenador para robar información. Tanto da que sea de una empresa o un Gobierno. Los expertos advierten de que todo aquello que circula a través de la Red es objeto de robo. Se pueden espiar las conversaciones de la canciller alemana Angela Merkel o la lista de clientes de la web de citas extramatrimoniales Ashley Madison. Cada vez que se utiliza Internet, se llama por teléfono a través de un smartphone o se sube una foto a una red social, los usuarios dejan una huella que puede ser fácilmente rastreada.

Para combatir el crimen en la Red una de las armas más efectivas es la ciberseguridad. Los expertos recomiendan sistemas de detección automática de ataques y soluciones inmediatas. Instalar antivirus y tener copias de seguridad son medidas sencillas al alcance de cualquier internauta y pueden evitar graves consecuencias. En el marco de Retina, el foro iberoamericano de transformación digital de EL PAÍS, los especialistas han calculado que dentro de tres años el cibercrimen generará un negocio de un billón de euros anuales. Lo importante es no bajar la guardia y tener en cuenta que los delincuentes del click van siempre un paso por delante.

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