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Ocho alimentos que solo son auténticos si son de allí

El café Blue Mountain de Jamaica, el salmón rojo de Alaska, y otras sabrosuras que nacen en un lugar geográfico concreto

Un trabajador tamizando granos de café Blue Mountain en Jamaica.
Un trabajador tamizando granos de café Blue Mountain en Jamaica.Getty

Pimientos del Padrón, unos pican ‘e outros non’. Aunque, en verdad, de Padrón, pocos pimientos son. Lo mismo pasa con estos productos que solo se hallan en lugares muy concretos. No se fíe si son de otros lugares...

Salmón rojo (Alaska). El rojo no es dominio exclusivo del atún ni de Kelly LeBrock: el salmón de Alaska tiene la tonalidad más intensa y la carne más magra que ambos. En crudo tiene un sabor potentísimo. Se lo debe a las aguas por las que nada. Si su amigo pedante del sushi se viene arriba, mándele a probarlo.

Café Blue Mountain (Jamaica). Se cultiva en plantaciones jamaicanas a casi 2.000 metros de altitud, con poca luz y clima fresco, lo que se traduce en un característico tono verde azulado tan apetecible que David Lynch querrá ser su amigo. Es para los que entienden que un buen café tiene que ser como un primer beso: suave, delicado y con un punto ácido. Cafeína no tiene mucha, pero eso ya sería abusar.

Guisante lágrima de Teo (A Coruña). Se le llama así por su forma, pero también por lo que le pasa al que lo prueba. El de Teo se cultiva al aire libre y en invernadero en vainas de las que se controla la cantidad de azúcar y el tamaño. Este caviar verde va dedicado a todos los que nos dijeron: “Cómete los guisantes”.

Cacao Kalapaia (Papúa Nueva Guinea). El cálido terreno de la plantación Tokiala, situada frente al volcán Tavurvur (Papúa Nueva Guinea) proporciona un cacao con el que se elabora un chocolate negro como ningún otro. Es de sabor ácido, con notas frutales, gran complejidad de matices y larga persistencia en boca.

Avellana de Reus (Tarragona). La virtud de esta avellana con Denominación de Origen Protegida es que sola, con cáscara, en grano o bien tostada proporciona y conserva un intenso sabor que no se da en ninguna otra zona de producción. Ni en Italia ni en Turquía, dos mercados competidores. Por ello es tan preciada.

Trufa de Alba (Italia). De sabor y perfume inconfundiblemente penetrantes, esta trufa silvestre del Piamonte italiano crece a más profundidad y en unas condiciones climatológicas adversas, lo que garantiza la conservación de su aroma durante más tiempo.

Patata violeta (o negra) de Los Andes (Perú). Esta patata puede parecer rara, pero eso es superficial, como juzgarla solo por su piel negruzca, interior violáceo y forma inesperada. En realidad es una de las variedades más antiguas y sabrosas del mundo. Su cultivo en áreas secas de Los Andes, con poca lluvia y luz, propicia ese sabor y toque de color que la hacen única.

Té verde de Asahina (Japón). El frescor e indiscutible aroma floral de este té se debe a la cuidadosa recolección a mano junto al río Asahina, en Japón. Un proceso más propio de chinos que de japoneses, que continúa con seis meses de envejecimiento de las hojas hasta alcanzar un regusto dulce con beneficiosas propiedades para el organismo.

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