Luz para África
El pasado 1 de febrero la Cámara de representantes de Estados Unidos aprobaba la llamada Electrify Africa Act (La ley de electrificación de África) después de casi dos años de intentar que las dos cámaras del Congreso se pusieran de acuerdo. El 9 de febrero, el presidente Barack Obama firmaba la ley por lo que esta entraba en vigor.
En 2013, Obama lanzó la iniciativa Power Africa con el objetivo de permitir el acceso a la electricidad de 50 millones de personas en el continente antes del año 2020. Ahora esta nueva ley ayudará a hacer realidad esa propuesta ya que establece un marco para que las compañías privadas puedan invertir en soluciones energéticas en África sin que a los contribuyentes estadounidenses les cueste un solo dólar.
Esta ley pide al presidente de los Estados Unidos que establezca una plan a largo plazo para ayudar a los países de África subsahariana a establecer estrategias y desarrollar un conjunto de soluciones adecuadas para favorecer el acceso de todos los habitantes de estos países a la energía sostenible y económica, incluyendo las energías renovables, con el fin de reducir la pobreza e impulsar el crecimiento económico. La ley establece que esas estrategias y soluciones tienen que encajar en un marco de colaboración publico-privada.
Al sur del Sáhara dos de cada tres ciudadanos no tienen acceso a la electricidad. Solo existen siete países en los cuales más del 50 % de su población sí lo tiene: Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Ghana, Namibia, Senegal y Sudáfrica. Por eso la generación de energía en África puede convertirse en un buen negocio. Los africanos tienen que pagar muy altos precios por la electricidad que consumen. Muchos tienen que recurrir al carbón, el keroseno o las velas -que pueden generar graves problemas de salud- o, los que se lo pueden permitir, al igual que las empresas, echan mano de generadores de diesel que son sucios y también muy caros.
En los últimos años han surgido iniciativas locales por toda África subsahariana que facilitan el acceso a la electricidad a través de las energías renovables. Un ejemplo lo provee la compañía keniana M-Kopa solar que está creciendo rápidamente en toda África del este vendiendo un sistema de baterías solares, que tienen una terminal para recargar una lámpara y un teléfono móvil. Los clientes pueden comprarlas a plazo y los pagos mensuales se hacen a través del teléfono móvil.
Este tipo de proyectos pueden resolver las necesidades domésticas, pero no las de las empresas africanas que necesitan una fuente de energía potente, constante y económica. Es posiblemente en esta área donde más hincapié hará las propuestas que surjan al amparo de la nueva ley estadounidense, ya que es la que ofrece mayores posibilidades de grandes beneficios.
Inicialmente, Estados Unidos se comprometió a aportar 7 mil millones de dólares para el proyecto, pero a lo largo de su tramitación la cantidad se ha ido incrementando hasta los 43 mil millones, lo que da cuenta de la importancia que esta iniciativa tiene para las empresas estadounidenses. 31 mil millones provendrán de las contribuciones a las que se han comprometido los socios privados de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por su siglas en inglés). El resto serán aportaciones públicas que por parte del Banco Africano de Desarrollo (BAD), el grupo del Banco Mundial, el gobierno de Suecia y la Unión Europea (UE) que se han comprometido a aportar 12 mil millones en apoyo a las actividades de energía sostenible en toda la región.
Según la propia iniciativa Power Africa, ellos ya han firmado convenios de cooperación con los gobiernos de Noruega y Reino Unido, la Nueva Alianza de la Unión Africana para el desarrollo de África (NEPAD), la iniciativa de Naciones Unidas de energía sostenible para todos (SE4ALL) y la Agencia Internacional de la energía renovable (IRENA).
Ya hace unos meses, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunciaba en su informe World Energy Outlook 2015, que Africa puede ser la primera región del mundo que impulse su crecimiento económico con energías renovables, dejando por el camino los combustibles fósiles como el carbón y disminuyendo su dependencia del petróleo.
En los últimos años el precio de los paneles solares ha caído grandemente, lo cual está ayudando mucho a que esas predicciones sean una realidad. Precisamente, un informe de 2014 de la IRENA, titulado Rethinking Energy, sostiene que el precio de los paneles ha descendido un 80 % en los últimos cinco años. Según la AIE, esta caída continuará, al menos hasta el año 2020. Este fenómeno es extensible a las otras fuentes de energías renovables.
Esto beneficia de forma muy especial a África donde la demanda de energía crece continuamente. Al mismo tiempo, la bajada de los precios del petróleo afecta grandemente a los países exportadores como Angola, Argelia, Libia y Nigeria que se están dando cuenta de que no pueden seguir ligando su desarrollo a la exportación de crudo y deben optar por nuevas tecnologías.
Todos estos factores están detrás de la opción por las energías renovables en la mayoría de los países africanos.
En el informe titulado Africa 2030, IRENA ofrece una especie de hoja de ruta para favorecer la transición del continente hacia las energías renovables. Según este documento, en el año 2030, el 22 % de la energía que África necesita podría provenir de medios locales, limpios y renovables. Esto representa cuatro veces más que el 5 % de hoy en día. Si realmente se alcanzase este objetivo, se podría terminar con los cortes de electricidad tan frecuentes en muchas ciudades africanas, acercar la corriente hasta las zonas rurales, favorecer el crecimiento de la industria y de los emprendedores, y, en definitiva, generar prosperidad en todo el continente.
Que las energías renovables suponen una gran ventaja para África también lo ha visto el rapero de origen senegalés Akon que a través de su fundación y la iniciativa Akon iluminando África (ALA) se ha empeñado en abastecer de electricidad a todos los hogares africanos para el año 2020, la misma fecha indicada por la iniciativa Power Africa con la que colabora muy estrechamente la fundación del artista.
Con tal objetivo ha creado una academia de energía solar en Bamako, la capital de Malí, para formar personal que pueda producir este tipo de energía. El artista ha declarado que: “tenemos el sol, tenemos las tecnologías innovadoras para la electrificación doméstica y colectiva; lo que nos falta construir ahora es la experiencia africana. Esta es la misión que se nos ha encomendado. Hagamos más inversión en energía limpia, invirtamos en capital humano. Así podremos acelerar la transformación de nuestro continente facilitando la formación de ingenieros, técnicos y empresarios africanos cualificados”.
El que la Cámara de representantes de Washington haya aprobado esta nueva ley, que se suma a otras iniciativas en curso como hemos visto, puede ser una buena noticia para millones de africanos, la duda surge cuando parece que el trasfondo de la misma no es otro que el favorecer que las empresas estadounidenses hagan negocios con la necesidad de energía del continente africano.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.