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Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino

San Valentín salvaje: costumbres amorosas de los animales

Los orangutanes se besan en la boca, los bonobos se miran a los ojos, los lobos se olisquean con fruición, los machos de las aves se maquean para seducir a las hembras, los caracoles se babosean con frenesí. El amor está en el aire. O puede que solo sea sexo

Dos orangutanes besándose en el zoo de Singapur.
Dos orangutanes besándose en el zoo de Singapur.Victor Zhuo / EyeEm (Getty Images/EyeEm)
Isidoro Merino

Cariño, me duele la cabeza

Cuando un macho de mantis religiosa ve una hembra, se le acerca y se pone a bailar. Si a ella le gusta cómo se mueve, le dejará hacer cositas, y después le arrancará de un mordisco la cabeza. Unos se comen a besos y a otros se los comen en la primera cita, el amor tiene esas cosas.

Mi novio es un parásito

El pez diablo negro (Melanocetus johnsonii), una especie de rape abisal que vive a más de dos mil metros de profundidad, es feo como un demonio. El macho es además un novio posesivo y pequeñajo que se pega a la barriga de la hembra, diez veces más grande que él, de por vida. Ella le proporciona nutrientes, y él a ella, esperma. De este modo se asegura la reproducción en un medio en el que ligar no es nada fácil.

El morbo de la viuda negra

Las arañas del género Latrodectus tienen pésima reputación. A las hembras se las llama viudas negras, por su fea costumbre de zamparse al macho después de copular con él. Su veneno, neurotóxico, es quince veces más potente que el de la serpiente de cascabel. Es cosmopolita (en España hay una especie de viuda negra, no tan venenosa como sus primas americanas o australianas, pero mejor no acercarse).

Babas y espadas

Los gusanos platelmintos policládidos o planarias marinas son hermafroditas. Para dilucidar quién es el chico y quién la chica en la relación, se retan a un duelo de esgrima sus largos penes como espadas. El que consigue clavarla primero será el macho. Los caracoles de tierra también son hermafroditas. Antes de aparearse, los dos caracoles giran uno alrededor del otro, entrelazan sus cuerpos y se mordisquean a la par que se llenan de babas. Durante la cópula intercambian esperma, de manera que los óvulos de ambos son fecundados.

El mono jipi

A diferencia del Chimpancé común (Pan troglodytes), de temperamento agresivo (los machos de un grupo hacen incursiones en las tribus vecinas, expulsando o matando a los machos para conquistar su territorio y aparearse con las hembras), los bonobos (Pan paniscus) o chimpancés pigmeos prefieren hacer el amor antes que la guerra. Las hembras comparten el poder con los machos, que nunca luchan entre sí, y cuando surge algún conflicto o situación de estrés, lo resuelven dialogando. A diferencia de lo que ocurre entre los chimpancés, donde los machos suelen forzar a las hembras, el sexo de los bonobos es siempre un acto consentido por ambas partes que se inicia mirándose a los ojos y suele realizarse cara a cara.

Los amantes holgazanes no duran mucho

Los machos de la abeja melífera, o zánganos, tienen fama de vagos. Mientras las obreras hacen todo el trabajo, sus únicas tareas son comer y acostarse con la reina. Vivir como un rey tiene un precio: al final del verano, los zánganos mueren o son expulsados de la colmena (y se mueren de hambre y de frío).

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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