Investigación y tradición
Investigaría porqué Louis Vuitton no incluyó a Rita Barberá en su campaña de figuras conocidas que lucen sus productos, siendo la exalcaldesa una de las que más promoción gratis les ha hecho
La polémica suscitada por la foto de Fran Rivera toreando una vaquilla ensangrentada, sosteniendo a su hija de cinco meses en un brazo, ha reabierto el debate sobre si los toros dan o no una mala imagen de nuestro país. En muchas partes del mundo consideran nuestra Fiesta una conflictiva y penosa relación entre animales y personas. Rivera ha respondido que él está perpetuando una tradición, lo que también puede entenderse como el tradicional empeño por imponerle a tus descendientes lo que a ti te gusta. La polémica ha llevado a otros toreros a publicar fotos con sus hijos y vaquillas. Los diestros creen que sus imágenes hablan de solidaridad pero las que permanecen calladas son sus vaquillas y sus niñas. Nos gustaría saber si están tan de acuerdo. Si yo hubiera tenido descendencia, ¿habría tenido que enseñar a mis hijos a desnudarse en televisión?
Mientras todo esto se torea, sale a la luz un nuevo caso de corrupción administrativa en Valencia, involucrando a altos cargos del Gobierno local. También puede ser una tradición, del PP y en Valencia, que podría viajar de generación en generación. El caso apunta hacia la exalcaldesa Rita Barberá, que es ahora senadora en una cámara legislativa que tiene como función servir de asilo a políticos veteranos que puedan contribuir con su experiencia y aforamiento a mantener la tradición democrática. Todo queda en casa.
Mi vida empezó aquí y mil veces qué naciera la elegiría, no somos el peor ejemplo. Abrazos compadre @Paquirri74 pic.twitter.com/IYvlB926bI
— Curro Escarcena 💚🤍💚 🇪🇸 (@curro99) January 25, 2016
Gracias a este escándalo, hemos constatado que la palabra “imputado” ya no está de moda. Ahora a los imputados se les llama “investigados”. Deberíamos investigar en qué momento imputado perdió su áurea. ¿Sería un problema de rima? Porque si imputada rima con putada, investigada pega con nada, que es más o menos donde tradicionalmente sospechamos que terminan muchas investigaciones.
Pero, ¿qué le pasa al PP con el dinero fácil y la corrupción? ¿Será que les gusta ser niña o vaquilla de esa faena? No hace falta tener memoria de elefante para enumerar una lista de casos, en orden alfabético, Bankia, Gürtel, Nóos, Púnica y ahora Taula, que sugieren un way of life asumido casi como tradición en el partido. Sin olvidar el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, cuyo juicio nos está dejando un culebrón de madres, hijas, acoso sexual con el fuerte carácter de la gente de Astorga, que en cualquier momento lo vemos convertido en una serie de Netflix. Probablemente durante los años de bonanza te corrompías porque sabías que había pelas para todos y no te iba a pasar nada. Ahora, eso ha cambiado, al PP le puede salir caro este nuevo escándalo.
En una de las grabaciones de la investigación Taula se hace alusión a una serie de bolsos de una marca francesa presuntamente regalados a “La Jefa”, un supuesto apodo de Rita Barberá, la exalcaldesa de Valencia. Recordé esas imágenes de Barberá acudiendo a los actos de solidaridad con Francesc Camps bien apertrechada de su bolso Louis Vuitton. Yo investigaría el porqué Louis Vuitton no incluyó a Barberá en su campaña promocional de figuras conocidas que lucen sus productos, siendo ella una de las personas que más promoción gratis ha hecho de la firma de marroquinería francesa en España y en el mundo.
No sé si igual de acorazadas y tranquilas pueden estar Consuelo Ciscar, exdirectora del centro de arte IVAM, quien podría haber adquirido obras de arte con sobreprecios tan altos como la inflación de Venezuela, y Begoña Rus, esposa del expresidente de la Diputació de Valencia y exalcalde de Xàtiva, hoy detenido y muy enredado en la trama Taula. Consuelo y Begoña no son más que dos simpáticas radicales que comparten el mismo gusto antisistema por los cardados y la ropa extravagante, como si eso fuera una tradición valenciana.
Quizás por ellas, anoche soñé que volvía a Dinastía. Recordé inmediatamente sus coches, sus trajes, su filosofía y entendí que Begoña Rus puede ser una de las pocas personas que ha visto esa serie más veces que yo. Ahí acaban las coincidencias y empiezan las diferencias. Begoña apostó ciegamente tanto por su marido como por Krystle, la rubísima nueva esposa del jefe del clan, mientras que yo me retrataba más con Alexis, su primer matrimonio. Todos recordamos con envidia la libertad de movimientos y abultado presupuesto, con fondos privados, de Alexis, pero Begoña de Rus, llamada La Rusa, se sentía mucho más cerca de Krystle y ese deseo rubio y aspiracional lo vivió al ritmo despreocupado de Celia Cruz. Y el resultado no hay más que verlo.
Begoña me recuerda también a la esposa de Jesús Gil, que en los noventa, esa década en la que todo fue posible, incluso el pacto político entre José María Aznar y Jordi Pujol, convirtió lo hortera en moda. Incluso en tradición.
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