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La moda acepta a Zoolander

Anna Wintour, Annie Leibovitz, Donatella Versace, Alessandra Ambrosio, Naomi Campbell o Cara Delevingne no se resistieron a participar en la nueva cinta de Ben Stiller

Anna Wintour junto a Derek Zoolander y Hansel McDonald en el backstage de Valentino.
Anna Wintour junto a Derek Zoolander y Hansel McDonald en el backstage de Valentino.

Anna Wintour no destaca por su sentido del humor, pero se podría decir que Derek Zoolander es su debilidad. Hace un año ya posó con Ben Stiller ataviado como su personaje, el modelo masculino más famoso del mundo, y con Owen Wilson, Hansel en la película. Wintour le ha dado al maniquí ficticio la portada del Vogue estadounidense junto a Penélope Cruz. En páginas interiores, ambos recrean para Annie Leibovitz algunas fotografías memorables de la historia de la moda, como el posado de la película Blow Up de Michelangelo Antonioni, una provocadora imagen de Helmut Newton para la que Stiller se calza una silla de montar o los retratos de las supermodelos de los noventa en blanco y negro a cargo de Peter Lindbergh. En otra página, Alexander Wang le coge los bajos de un pantalón de Valentino a Ben Stiller, calcando una fotografía de Cecil Beaton.

El reportaje corona el romance que la industria de la moda vive con su propia parodia. Hace apenas unas semanas, Marc Jacobs colgó en su Instagram un vídeo en el que repetía junto a tres amigos una famosa escena de la película en la que cuatro modelos bailan y cantan en un jeep a ritmo de Jitterbug de Wham. Y a Stiller, que es también guionista de las dos películas junto a Justin Theroux, no le costó demasiado conseguir que grandes nombres del sector hicieran cameos en la secuela. Se sabe ya que estarán Donatella Versace, Kanye West, Kim Kardashian, Karlie Kloss, Jourdan Dunn, Alessandra Ambrosio, Naomi Campbell y Cara Delevingne, además de Justin Bieber. Él único que se ha resistido, al parecer, es Karl Lagerfeld. “No me gusta. No soy un actor”, declaró lacónico el diseñador de Chanel.

¿Por qué se muestra tan entusiasta el sector con una película que lo hace pedazos? En parte, está la sensación de no querer aparecer como alguien que no ha cogido el chiste. Por algo David Gandy, el modelo famoso por las campañas de perfume de Dolce&Gabbana que encarnaría en la vida real lo más parecido a un Derek Zoolander, le puso a su fundación humanitaria el nombre de Acero Azul en honor a la famosa mirada intensa que pone Ben Stiller. La estilista Ana Murillas confirma que en el día a día de la moda es fácil vivir momentos Zoolander, pero que estos suelen ocurrir “cuando el modelo es malo o el fotógrafo es malo”. Recuerda, por ejemplo, una sesión en Milán en la que el fotógrafo le pedía a la maniquí que pusiera “sexy en los ojos” y esta respondía con su mejor acero azul.

Según Raquel Peláez, jefa de moda de la revista Vanity Fair, la clave está en que el primer Zoolander “da en el clavo de un montón de clichés que estaban muy presentes en aquel momento, tras los noventa, y tampoco utiliza precisamente un humor conceptual”. Sus momentos preferidos de la película suceden cuando Derek inaugura el Centro para Niños Que no Saben Leer Chachi, una sátira de las ansias humanitarias de los modelos, y confunde la maqueta con el centro en sí –”¿Para quién es esto?, ¿Para hormigas?”, se pregunta– o cuando conoce a un modelo de manos y le enumera todos sus trabajos. “Eso es muy propio del mundo gay y de la moda, saberse de memoria las sesiones y editoriales que ha hecho alguien”, dice Pelaez. Aunque espera con ganas la secuela, sospecha que la moda en 2016 no es tan fácilmente parodiable como lo en 2001. “Todo se ha profesionalizado mucho y ahora es un sector que se toma muy en serio a sí mismo. No es lo mismo reírse de Gianni Versace que de los diseñadores de Valentino”, dice en referencia a Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, la discreta pareja que maneja la marca italiana y a la que no es fácil sacarle punta.

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