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MIRADOR
Columna
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Su Belén

La campaña del Partido Popular contra la cabalgata de Reyes en Madrid roza lo surreal

David Trueba

Rajoy apela a un gran pacto político para llevar a cabo las reformas fundamentales que España precisa. Y mientras lo hace, con la sinceridad que fuerzan los resultados electorales, la campaña de su partido contra la cabalgata de Reyes en Madrid roza lo surreal. Porque entre las grandes reformas nacionales, seguramente, no incluye la supresión de los camellos resbalando por el asfalto de la ciudad ni los cargos políticos pintados de betún negro. Parece un chiste, pero esa es la realidad reformista que tenemos por delante. Fingir que has entendido el mensaje de la calle para proceder a manipular un poco más con intención de ganar tiempo y boicotear que se avance hacia la convergencia con otros países europeos que hace tiempo que educan en las distancias entre ciudadanía y feligresía. A lomos de un integrismo religioso que adopta formas de festividad de fin de curso de colegio privado se han desatado los truenos contra Carmena, feliz bestia negra de la España carpetovetónica.

Todo padre que apreciaba la mirada inteligente de sus hijos sobre la cabalgata de Reyes ya les ha explicado antes de salir de casa que lo que van a presenciar es una simulación festiva que pone en pie el Ayuntamiento. Si no lo hace, corre el riesgo de que el niño reconozca concejales disfrazados y detecte barbas postizas. Por eso los niños saben preservar la magia de los bocados de la realidad. Lo mágico, por más que se empeñe esta oposición radicalizada, no está al alcance del poder político. No hay más que recordar los sonrojantes discursos de bienvenida a los Reyes Magos que propinaba el alcalde Álvarez del Manzano, cuando catequesis y municipalidad iban cogidas de la mano.

Detrás de esta parodia de rivalidad política lo que se esconde es una negación del derecho a la propia personalidad, a la convivencia de distintas formas de asumir las tradiciones. Los niños atesoran en su cerebro una mezcla perfecta de razón, intuición e inventiva. Deberían escucharlos a ellos quienes los ponen en primera línea de su arribismo político, del populismo trenzado a lomos de una estrella de Oriente que solo puede guiar hacia su portal, hacia su Belén, hacia su sede electoral. A Carmena, por ahora, hay que agradecerle que sea la primera alcaldesa en décadas que no ha mentido sobre contaminación. Si continúa por la línea de la sinceridad causará escándalo, pero será muy de agradecer. En cuanto a las ilusiones de los niños, hay que ir avanzando, porque cuando ven a otros niños ahogados en las playas fronterizas europeas, ellos también exigen explicaciones mucho más profundas que las que empaqueta Disney.

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