Vencedores y vencidos en la industria de la moda en 2015
Arrasan la moda deportiva y la táctica de Gucci y aburre el ‘street style’
En 2015 Rihanna se plantó en la escalinata del Met con un traje que tardó dos años en confeccionarse y no desentonaría en una cabalgata de los Reyes Magos. Miles de personas esperaron por unos mocasines Gucci con forro de pelo de canguro. Bastantes miles más hicieron cola para conseguir un vestido de H&M pero que dice Balmain en la etiqueta o cinco tangas a seis euros en Primark. Se rompieron matrimonios que parecían destinados a durar, como el de Dior y Raf Simons, y los contratos más jugosos se dirimieron en Instagram. Entre tanta novedad, una certeza: siempre que quede un local céntrico libre, ahí abrirá tienda Inditex. Estos son los ganadores y perdedores del año en ese conglomerado de industria, semiótica y espectáculo que llamamos moda.
GANADORES
Las marcas deportivas. Se merecieron incluso un neologismo, el athleisure, ropa deportiva para el tiempo libre. Según el portal especializado Polyvore, Nike y Adidas fueron las marcas más tecleadas en los buscadores. En los primeros 10 puestos de esa lista también se cuelan Vans y Converse, pero no aparecen las marcas de fast fashion que copaban esa lista hasta 2014: ni Topshop, ni H&M, ni Forever 21. Los dos gigantes del deporte se repartieron beneficios y murmullo mediático. Adidas se marcó un tanto con las zapatillas Yeezy de Kanye West, que generaron acampadas de varios días, y Nike celebró el 26 de marzo el día de las Air Max, y sus clientes llenaron la Red de fotos.
Alessandro Michele. Se habla del “momento Michele” para definir los dulces meses que vive Gucci desde que en enero escogió a este desconocido, que trabajaba en la casa, para suceder a Frida Giannini. Tanto que ahora a todas las firmas con huecos que llenar, como Lanvin y Dior, se les aconseja buscar a un Michele en su cantera. El diseñador ha fortalecido los leitmotiv de la marca (la tribanda, el característico horsebit de sus mocasines, los estampados florales) poniéndolos al servicio de una estética muy reconocible. Las ventas han repuntado hasta el punto que Gucci se niega a hacer rebajas.
Las‘instamodelos’. De Topshop a Balmain y de Estée Lauder a Victoria’s Secret, no hubo empresa que se resistiese a Kendall Jenner y a sus más de 44 millones de seguidores en Instagram. La modelo se partió los contratos con su hermana Kylie y con sus amigas Gigi y Bella Hadid. Ellas y el modelo Lucky Blue Smith, un mormón de 17 años que es imagen de Tom Ford o Calvin Klein Jeans, han trucado las reglas de la profesión: tanto te expones, tanto vales.
El no-género. No diga “unisex”, diga “agender”. Si todo el mundo lleva las mismas zapatillas blancas, sudaderas y cazadoras de piel, ¿sigue teniendo sentido hablar de moda masculina y femenina? Selfridges abrió en marzo una tienda llamada Agender, con una campaña protagonizada por la modelo transgénero Hari Nef. Marcas como Nicopanda, de Nicola Formichetti, Public School y Vetements y el portal You Do You trabajan en la misma línea.
PERDEDORES
Las firmas en apuros (relativos). Prada perdió más de un 20% de sus beneficios y vio como se devaluaban sus acciones pero inauguró su espectacular Fondazione en Milán y sigue influyendo como siempre; Burberry sufrió al pinchar en China pero es la marca de lujo que mejor se vende en Internet; Marc Jacobs cerró su segunda línea pero lanzó una de cosmética con Winona Ryder. Conclusión: nadie sabe nada.
Los blogs de ‘street style’. Nacieron en la década pasada como una alternativa a las listas de elegantes oficiales pero la supuesta espontaneidad de esos estilosos anónimos se fue anquilosando a medida que las marcas los utilizaban para hacer publicidad encubierta. La revista Vice los ridiculizó y Leandra Medine, del blog Man Repeller, declaró que posar delante de un desfile durante una fashion week es de lo más “básico”, vamos, rancio y previsible.
El desfile tradicional. Riccardo Tisci organizó para Givenchy un espectáculo semipúblico —seguía habiendo clases, y filas— en Nueva York con Marina Abramovic, Tom Ford sustituyó la pasarela por un corto con Lady Gaga y en general se constató que para que se hable de un desfile hay que liarla, como Chanel con sus espectaculares Arts et Métiers o Rick Owens, con los desnudos de sus modelos masculinos.
La ropa de invierno. H&M tuvo ingresos algo decepcionantes en noviembre y culpó al cambio climático del freno en la venta de abrigos, bufandas y guantes. En este mundo tampoco se entiende de frío: no llevar medias ni en enero y ponerse el abrigo como los editores de moda (encima de los hombros) son símbolos de estatus.
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