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CONVERSACIÓN GLOBAL
Columna
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México se llena de tiburones ante los comicios de 2018

Los grandes partidos mexicanos empiezan el juego de sillas para designar candidatos

Jan Martínez Ahrens

 La batalla presidencial ya ha dado comienzo en México. Cruzado el ecuador del mandato de Enrique Peña Nieto, los partidos han iniciado el juego de sillas que culminará con la postulación de sus candidatos para los comicios de 2018. En un sistema fuertemente jerárquico, donde a la jefatura de Estado aún se le dispensa un trato reverencial, la selección del aspirante se convierte en un asunto explosivo, casi trágico, pero que cada organización metaboliza de forma distinta.

En algunos casos, como el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), una poderosa escisión del izquierdista PRD, el candidato ya está definido desde la fundación del partido y vive en campaña permanente. En otros, como el derechista PAN, lo único claro es que se avecina un choque de trenes entre dos corrientes que se enfrentan a dentelladas desde que la formación perdió el poder en 2012. Entre ambos extremos, entre la aclamación y la tormenta, discurre el PRD, que aún no ha definido su pista de salida, como tampoco lo ha hecho ninguna candidatura independiente, una opción fresca y rompedora por la que el electorado se inclina con fuerza.

Más enigmática y trascendental es la sucesión en el PRI. Ahí la lucha se mantiene todavía soterrada. Un puñado de notables se miran de reojo y pugnan por salir en las encuestas, pero ninguno se ha atrevido a dar el paso al frente. La sombra presidencial sigue siendo alargada, y en una formación cuya osamenta es el poder, la autoproclamación sería entendida como un acto de rebeldía. Al menos, de momento. Pero este ascendente no es eterno.

Las presidencias padecen en México una debilidad congénita. Al carecer de segunda vuelta, los mandatos se forjan con mayorías exiguas (Peña Nieto, con un 25% del censo) y, desposeídas del mecanismo de la reelección, sufren un inexorable proceso de momificación. Los presidentes, enclaustrados en su sexenio, van perdiendo autoridad mientras la piscina se les llena de tiburones. Algunos, aparentemente inmóviles, ya se han situado a la espera. La batalla no ha hecho más que empezar.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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