_
_
_
_
_
MI PLAN PARA ESPAÑA (V)
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Veinte millones de razones

Esta cita con las urnas tiene una trascendencia particular. Nos jugamos consolidar o abandonar la línea ascendente que hemos seguido desde 2011

TOMÁS ONDARRA

Todos sabemos dónde estaba nuestro país en 2010; en muy pocos días, los españoles tenemos que decidir dónde queremos que esté nuestro país en 2020. A la mitad del camino, entre un extremo y otro de la década, la España de 2015 debe elegir su rumbo. Y, sin duda, son millones los españoles que estos días se estarán planteando preguntas de calado antes de acudir a las urnas: ¿quién es capaz de gestionar mejor el paso de la crisis a la recuperación? ¿Quién merece más confianza para reducir el paro, aumentar el bienestar e impulsar el crecimiento? ¿Quién ofrece más garantías para asegurar que vamos a seguir viviendo en un país unido y estable? Estas son, sin duda, algunas de las inquietudes y las esperanzas que barajan hoy los españoles. Y todas pueden resumirse en la pregunta capital a la que debemos dar respuesta el próximo día 20: ¿qué futuro queremos para España?

Otros artículos del autor

Si de futuro hablamos, hay algo en que, más allá de las diferencias ideológicas, los españoles podemos reconocernos a nosotros mismos: la España de 2015 tiene un futuro por delante que no tenía la España de 2011. No hay ningún lugar para la euforia, eso está claro. Y, sin embargo, del mismo modo que quedan muchas cosas por hacer, también son muchos los avances que hemos hecho juntos estos años. Baste pensar en un dato de realidad: por primera vez en mucho tiempo, los españoles acudimos a unas elecciones en un escenario sustancialmente mejor que las anteriores elecciones. Hoy, en efecto, ya no vamos a votar para romper con el pasado, tan duro, que todos recordamos, sino que podemos al fin votar por un futuro estimulante. Y esto es porque nuestro país no es el mismo que hace cuatro años: es una España mejor. Y con posibilidades reales de ir a más.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Estamos, como decía, a la mitad del camino. Millones de españoles aún sienten la recuperación como algo ajeno, especialmente todos aquellos que no han encontrado un puesto de trabajo. Son muchos todavía los problemas a los que debemos dar solución. Me he referido al paro, que es nuestra mayor preocupación y, por tanto, nuestro objetivo prioritario. Pero, en tiempos convulsos por la amenaza yihadista, también estamos llamados a afianzar la seguridad y la libertad de los españoles. Debemos, con la tranquilidad que aporta el Estado de derecho, dar una respuesta tan firme como proporcional al chantaje secesionista, y restituir la concordia que nos une. Debemos completar la transformación de nuestra economía para ser un país más competitivo, más moderno, mejor formado y plenamente digitalizado. Y, al mismo tiempo que reducimos los impuestos a las familias y las empresas, debemos aprovechar nuestro crecimiento para crecer también en bienestar, para mejorar la sanidad, la educación, las pensiones y los servicios públicos de los españoles: las cosas que más nos importan.

Sólo el PP es capaz de ofrecer el compromiso de que haya 20 millones de trabajadores en 2020

Ciertamente, no hay elecciones menores. Y también es verdad que en todas se decide sobre el futuro. Pero es difícil no pensar que esta cita con las urnas tiene una trascendencia particular. La tiene, desde luego, por los muchos desafíos que nos esperan y a los que acabo de aludir. Pero, ante todo, la tiene porque nos jugamos consolidar o abandonar la línea ascendente que, desde 2011, y a despecho de las dificultades, ha seguido España. Cosechar plenamente el fruto de nuestros esfuerzos o no hacerlo. En definitiva, nos jugamos culminar o interrumpir el gran relato de nuestra recuperación. Los españoles tenemos un país extraordinario, uno de los mejores del mundo: estoy convencido de ello. Como estoy convencido de que, si perseveramos en el rumbo actual, podemos tener también en 2020 uno de los más prósperos. Uno de los países del mundo donde más merezca la pena vivir.

Somos muchos los candidatos y partidos que aspiramos estos días a ganarnos la confianza de los españoles. Son ellos quienes han de evaluar nuestras propuestas y nuestro proyecto para España. También aquí hablamos de futuro. Y, por eso mismo, hay un comentario que creo que debo hacer: si el reto es el futuro, no hay mejor aval para gestionarlo que contar con un pasado que aporte experiencia, solvencia y credibilidad. Y, como candidato del Partido Popular, el proyecto que tengo el honor de representar no es ninguna incógnita: todo lo contrario. No nos presentamos ni con las manos vacías ni con un mal historial de Gobierno: como representantes de los valores de la mayoría centrada y moderada de nuestro país, hemos sido y somos claves en la modernización y la prosperidad de España. Los Gobiernos del PP son sinónimo de crecimiento y de empleo.

Que nadie vea jactancia en esta afirmación. Son los datos los que la corroboran. En apenas cuatro años, hemos pasado de ser el país que más empleo destruía de Europa a ser el país que más empleo está creando. Hemos pasado de encabezar el crecimiento negativo a liderar el crecimiento de las grandes economías. Y esos mismos datos también nos indican que el déficit, antes incontrolable, está bajo control. Que el sistema financiero, antes amenazado de quiebra, ahora está saneado. Que el rescate —ese mismo que hoy algunos lamentan haber exigido— o la prima de riesgo son ahora conceptos enterrados en el peor de los pasados. Y aunque resulta tentador seguir enumerando cifras positivas —del turismo a las exportaciones—, es suficiente señalar un simple enunciado: en el ámbito europeo, ningún país se ha recuperado tanto en tan poco tiempo. España —si me permiten la imagen— está preparada para despegar de nuevo.

Este proyecto es el de un país que avanza, que crece y que quiere culminar la recuperación

Decía Ortega que la vida de cualquier persona es “una actividad que se ejecuta hacia adelante”. También lo es la vida de las naciones. Por eso, el proyecto del Partido Popular es el de una España que avanza. Que crece de manera sostenida y competitiva. Que garantiza su soberanía, el imperio de la ley y la igualdad de los españoles. Una España que refuerza sus políticas de bienestar y apuesta por la educación para garantizar oportunidades para todos. Un país con una Administración cómplice del ciudadano y con una vida pública ejemplar. Y, ante todo, una España que crea empleo, porque nuestro objetivo principal es que haya veinte millones de españoles trabajando en 2020. Pienso, sinceramente, que sólo el Partido Popular es capaz de ofrecer ese compromiso a los españoles; de modo que hoy suene creíble y mañana sea una realidad. Bien pensado, son veinte millones de razones para apoyar el proyecto del partido que tengo el honor de representar. Y para convertir lo que comenzó como una década perdida en una década ganada para España.

Mariano Rajoy es el cabeza de lista del PP en las elecciones del 20-D.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_