Campaña cero
La campaña electoral consiste en olvidar la culpa por las cosas que pasan
La campaña electoral consiste en un ejercicio de desmemoria. Aunque ustedes crean asistir a un inusitado esfuerzo por presentar proyectos reformistas y planes de choque, no se equivoquen, la campaña electoral es una extirpación de los recuerdos. Porque si no fuera así, sería asombroso que nos hubiéramos olvidado de Luis Bárcenas y su contabilidad prosuiza, Fabra, Granados y los tenores de la Gürtel. De las obras en la sede del partido pagadas con dinero negro y los sobres de complemento salarial por renunciar a puestos muy nutritivos en la vida civil. De los vaivenes en torno a la ley del aborto y su irremisible reforma al dictado episcopal, con el posterior desinflado de pecho al palpar la realidad de que con una buena ley respetuosa con las libertades de la mujer baja el número de interrupciones del embarazo y las muertes en recursos desesperados. De un Senado convertido en desguace de chatarra política.
También nos hemos olvidado de las consecuencias de una reforma laboral que logró abaratar los salarios, limpiar las plantillas con antigüedad y derechos consolidados y propiciar una base nacional de contratos temporales y precariedad que ha destrozado el consumo y la estabilidad de las familias. También nos hemos olvidado de las mareas blancas, donde los profesionales de la sanidad se enfrentaron al poder central y los poderes autonómicos en favor de un sistema que todos decimos defender, pero que si no hubiera sido por la activa protesta de algunos hoy estaría desmontado del todo y reconvertido en otra cosa más rentable, inhóspita y de pago. Y en el esfuerzo por la desmemoria tampoco recordamos ya el recorte en educación, el descenso de profesores y el desprecio definitivo por asignaturas de Humanidades y Artes, que han dejado de tener sentido si el sentido de la vida es la basura impuesta por los libros de contabilidad.
La campaña electoral consiste en olvidar la culpa por las cosas que pasan, en refugiarse en el miedo y la desolación, el enfrentamiento y la rivalidad, sin entender que a todo ello se llega por un denodado esfuerzo de incompetencia, desprecio, falta de previsión y aniquilamiento de las vías de diálogo. La realidad no es un accidente, es un proceso. Olvidar el recibo de la luz, el boicot a las renovables, la ley mordaza, el ivazo, la amnistía fiscal y la anulación del nombramiento democrático en RTVE requiere de una campaña electoral llena de abrazos, manos estrechadas, visitas al mercado, globos de colores, mítines y banderolas. Requiere de un discurso hipnotizante que borre los recuerdos. Empezar de cero para seguir siendo cero.
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