Cine de guerrilla en las calles de Abiyán
Atardecer de principios de septiembre en Abiyán. Nos tropezamos en un nudo de coches, fumatas y gente en Riviera 2, justo cuando la noche se desploma sobre la ciudad. Huele a pollo y pescado a la brasa y a tubos de escape y el encuentro se produce por pura casualidad. Armand Breh (Krindjabo, Costa de Marfil, 1988) se prepara para tomar un taxi compteur rumbo a la mezquita de Riviera Golf. Rueda en un apartamento cercano, en un edificio que luce un agujero de bala post-electoral en una vidriera y desde el que se escuchan las llamadas a la oración. Armand se cubre las rastas con un gorro de punto, carga una mochila y en las gafas le brillan las luces que animan las noches abiyanesas. Se desliza en el interior del taxi, conminándonos a seguirle, hablando siempre bajo y apurado.
El rodaje toma un salón miminalista, pintado de blanco y decorado en Ikea, con una foto de Didier Drogba sonriendo enigmático fija en la pared, los colores nacionales de fondo. Dos actores repiten una breve conversación entre focos y cables. Uno ejerce de psicólogo. El otro, de marido cornudo orgulloso de sus cuernos. Las cámaras van cambiando de ángulo. El intérprete que ejerce de marido olvida su parte del guión. Le secan el sudor con servilletas, le abanican. Relee sus páginas blandiéndolas como armas.
El nombre de la serie es Psy. El director es él, Armand, Pharinzo el Inestresable en las redes. Ahora sin gorro de punto, transpirando bajo los fotos, encadenando bromas a media voz con los actores, controlándolo todo, seguro de sí mismo y con las luces del rodaje arrancando reflejos a sus gafas.
"Psy es una serie de 50 episodios de tres minutos para la primera temporada", explica por viber desde Abiyán, una vez finalizados el rodaje y el mes de septiembre. "Es parte de un encargo de la Radio Televisión Marfileña (RTI). La RTI lo financia. Me ocupo de la producción ejecutiva, o sea, de la preparación y la organización del rodaje y de la realización de los 50 episodios de esa primera temporada. Trabajo por cuenta de Making ON, una joven productora en la que me asocio con Siam Marley, un cineasta marfileño que vive en Francia".
Este mes de noviembre pilla a Armand trabajando todavía en el montaje, pero en septiembre completaba jornadas maratonianas en las que grababa una media de tres episodios al día. Un ritmo trepidante que mantuvo durante un mes. "Lo más duro son los medios", confiesa todavía por viber. "Nuestro presupuesto no es grande. Pero nuestra suerte es que tenemos algo de experiencia en lo que concierne a rodajes catástrofe". Y teclea una carcajada antes de precisar que un rodaje catástrofe es un rodaje sin dinero, un sistema apuntalado con más maña y astucia que con recursos. "Una parte del guión estaba escrita ya y el resto se iba escribiendo conforme rodábamos. Cada día, sobre la marcha. El casting y la búsqueda de localizaciones los hicimos apenas dos semanas antes de empezar a rodar", señala. No cuenta que se le congeló la vida durante aquellas semanas del último verano, en el que algunas de aquellas jornadas de rodaje maratonianas se enganchaban a reuniones para pulir guiones y nuevas pruebas de actores o visitas a posibles escenarios.
Armand explica que Psy trata historias cotidianas, "problemas anodinos que se encuentran los habitantes de un barrio popular imaginario". Tres minutos de charla con un psicólogo, apenas un sketch, una píldora de fresco humor marfileño que se emitirá en la cadena pública -inshallah- el próximo año, en una fecha aún por definir.
Todavía enredado con el montaje y la post-producción, Armand ya se deja tentar por otros proyectos. "Una serie más larga, un cortometraje", avanza. Todo en Costa de Marfil. Probablemente, de nuevo, sin fondos y con maña.
Fuera la tarde abiyanesa se vuelve púrpura, lavada la cara con las últimas lluvias. La laguna empuja detritus hacia las orillas y baila en los costados de los taxi-botes. Él, Armand, encuentra huecos para colar comentarios cáusticos en las redes sociales. Acaban de pasar las elecciones y el país no se ha consumido en otra explosión de violencia, como la que vivió en sus propias carnes en 2010/2011 y que le inspiró su primer cortometraje, Un minuto de silencio por Costa de Marfil. Prepara viajes a Europa y maquina complicidades, como la que une su carrera a la del rapero Youssoupha, al que le ha firmado vídeos en las calles de Abiyán, con la crisis post-electoral todavía fresca y muy presente en rimas sobre elecciones que se ganan y guerras que se pierden.
La RTI anunció en septiembre que ponía punto final a la emisión de Saloni, el culebrón indio que enganchó a todo el país a la pantalla. Desde aquellos días, programa otra serie, de la misma onda de Psy, aunque rodada en el interior de un taxi compteur que da bandazos por las calles de la capital económica marfileña. Episodios breves, diálogos en nouchi (el argot popular marfileño), personajes que todos reconocen fácilmente.
Los marfileños tienen ganas de reír, pasar página, olvidar. En la consulta de un psicólogo o en el asiento trasero de un taxi que se apura entre atascos y polución. Hay muchos que, como Armand, tienen el deseo loco, la voluntad férrea de quedarse en su país, brindar con una number one en un maquis y embarcarse en pequeñas o grandes catástrofes con una cámara o un micrófono o un lienzo a mano.
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