Reflexiones sobre el independentismo
Hace unos años, no recuerdo cuantos, se propuso en el colegio público de mis hijos la opción de cambiar el horario de clases a jornada completa. Para ello fue necesario convocar una votación de todos los padres de alumnos. Para que la votación fuera vinculante tuvimos que votar dos tercios del censo y de los que votamos, dos tercios tuvimos que estar a favor. Con mucho menos (tanto en votos como en escaños) se está intentando llevar a cabo algo mucho más importante, como es la independencia de Cataluña.
No acabo de entender por qué los seguidores de esta opción creen que su mitad de votos es más importante que la de aquellos que están en contra de la independencia.— José Miguel Collado Palomo. Móstoles (Madrid).
]Me entristecieron las imágenes del panel del Parlament con el resultado de la votación de la propuesta independentista, la mitad con botones verdes y la otra rojos. Me entristece que nuestros representantes repitan que esta resolución está legitimada por un mandato masivo y mayoritario de los ciudadanos, porque saben que no es así, y que se cuente como se cuente no superan el 48% de los votos. Me entristece que quienes nos abocan a la aventura independentista digan que lo hacen por dignidad democrática, como si los que estamos en el 52% restante no fuésemos demócratas. Me entristece que en los discursos se repita que en el proyecto independentista tiene cabida todo el mundo, cuando han demostrado su incapacidad para dialogar con quienes opinan de forma distinta. Me entristece, en definitiva, que se infrinjan las leyes, incluso las emanadas del Parlament. Y me preocupa que pese a no tener el apoyo de la mayoría, se nos diga que no hay marcha atrás.— Asunción Portabella Cornet. Barcelona.
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