“Es muy duro matar a alguien cuando ves humanidad en los otros”
Jakobsen fundó, y ahora dirige, la ONG Turning Tables, una agrupación que trabaja con jóvenes de países en conflicto a través de música y vídeos
Quién iba a decir que una mesa de mezcla de discos daría voz a los sin voz. Gracias al masivo uso de las tecnologías, el rapero, Dj y político danés Martin Fernando Jakobsen, con micrófonos, audacia y discos, ayuda a alzar la voz de miles de jóvenes de países en conflictos a través de la ONG Turning Tables.
El rapero sentó las bases de Turning Tables en Nueva York y, desde allí, opera en cinco países: Jordania, Líbano, Camboya, Myanmar, Kenia. A partir de diciembre también lo hará en Bangladesh. Un trabajo que realizan con la implementación de laboratorios locales, centros de formación apoyados por músicos, fotógrafos y cineastas para que los jóvenes aprendan a realizar música y técnicas de vídeo para trasmitir su mensaje a través de las redes sociales.
La organización forma parte de la PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y del programa de Desarrollo Sostenible 2030 de Naciones Unidas, donde trabajan con un grupo de refugiados, en su mayoría sirios, que emprenden camino a Europa. El objetivo es enseñarles el uso de una cámara, darles el material, y libertad para que relaten sus historias durante el periplo. Parte del proyecto fue presentado en Nueva York en la celebración del Social Good Summit, una reunión que se desarrolla en paralelo a la conferencia anual de Naciones Unidas. Allí, Jakobsen, acompañado de la cantante neoyorquina Patti Smith y su hija Jesse Smith, mostró el vídeo narrado en tono de hip-hop por jóvenes sirios, con un impacto en Twitter e Instagram de 1,6 billones de impresiones en el transcurso de la conferencia.
Turning Tables lleva desde su fundación, en 2009, trabajando con refugiados en campos palestinos en el Líbano, y sigue apoyando a los marginados en sitios tan diversos como Copenhague y Nueva York, pues, según Jakobsen, estos jóvenes de naciones ricas y desarrolladas tienen mucho en común con cualquier refugiado. El objetivo es unir el ritmo de sus voces.
Pregunta: Rapero, política, ONG: ¿Cómo comenzó la idea de su fundación?
Respuesta: En 2009 vivía en Beirut y hablé con otra gente sobre cómo podíamos ayudar a jóvenes refugiados palestinos. No sabíamos bien lo que hacíamos: íbamos a las cárceles y entreteníamos a la gente, pero allí quedaba todo, y nos hacia sentir muy mal. No era un buen sistema llevar solo discos a los campos de refugiados. Necesitábamos ser más activos. Ahora creamos laboratorios, un tipo de estudio de grabación con especialistas que ayudan a realizar un trabajo creativo.
P: ¿De qué manera dan voz a los jóvenes con el uso de la música y el vídeo?
R: Con la escritura de las letras y la producción musical, para iniciar un proceso de autoreflexión con los jóvenes, sobre quiénes son, en qué situación se encuentran y lo que quieren para el futuro. También trabajamos colectivamente con la autoreflexión, mezclando la información y educación sobre distintos temas, como de derechos humanos. La vinculación de las historias individuales crea una comunidad de personas que pueden entender realmente sus esperanzas y sueños. Al unirse a un grupo, se puede desarrollar una voz colectiva para lo que quieren cambiar, utilizando la música y el vídeo para transmitir ese mensaje a nivel local, nacional, regional y mundial.
P: ¿Y cuál es el propósito?
R: Que la gente vea humanidad. Veo mucha mierda, pero sigo creyendo en la humanidad. La gente tiene sueños y esperanzas. Es muy duro matar a alguien cuando ves la humanidad en los otros.
P: ¿Cuál es el peso de las tecnologías para Turning Tables?
La tecnología es la raíz de todo lo que hacemos. Por lo tanto, es una parte integral de los programas de formación, tanto en la música como en la producción de vídeos. Además, trabajamos mucho en las redes sociales, porque nuestro principal alcance se genera a través de medios electrónicos.
P: ¿Más allá de los jóvenes, trabajáis con mujeres?
R: Nuestro enfoque no es ortodoxo y no vamos a dar la espalda a mujeres de 35 años solo porque ella no encaja en una categoría juvenil. Hemos estado trabajando mucho con los derechos de las mujeres como, por ejemplo, un proyecto íntimo de cámara en colaboración con Oxfam. Hemos trabajado con mujeres de 21 a 65 años que eran parte de un grupo de cantantes de guerra sudanes, Hakamat, que es una tradición tribal de allí y de Darfur. Actualmente estamos planeando un proyecto más amplio con varios de estos grupos centrados en la consolidación de la paz y la reintegración de los niños soldados en Sudán.
P: ¿Grabáis discos con los trabajos de estudios en vuestros laboratorios?
R: La creación de productos es muy importante para Turning Tables. En los laboratorios vemos el proceso de crear una canción, una película o evento como clave para empujar a los estudiantes al siguiente nivel técnico y mental. Por ejemplo, creamos álbumes de varios barrios pobres de Nairobi que se distribuyen a través de los autobuses de los pueblos. En la primavera de 2015 producimos el primer álbum de raperas en Jordania, con cinco chicas jóvenes. En Myanmar estamos lanzando La voz de la juventud, un álbum con bandas de todo el país para exigir derechos humanos y democracia real que incluye el single Wake Up, que fue hecha por los jóvenes que hemos capacitado de todos los rincones dl país. El álbum saldrá a la venta una semana antes de las elecciones en noviembre de 2015.
P: ¿Con cuánto dinero se crea un laboratorio?
R: Depende del contexto, pero podemos implementar nuestros laboratorios de contenedores energéticos, datados para estudios de música y de cine, con gastos de funcionamiento de 2 años, por aproximadamente 250.000 dólares. Los contenedores funcionan gracias al apoyo del Centro Danés de Arquitectura Marítima y vienen con paneles solares, molinos de viento y fabricante de agua, de manera que puedan ser económicamente sostenibles.
P: ¿Qué hacéis más allá del trabajo en los laboratorios?
R: Mucho. También hemos creado festivales de música, como La voz de la calle en El Cairo (Egipto) donde reunimos a gente de Túnez, pues fue justo después de la revolución de la Primavera árabe. Fue un evento para toda la gente que quería expresarse. Lo bonito es que todos hablan el mismo idioma. También hemos hecho algo en Libia. Sabes que en la época de Gadafi tenías que llenar un formulario para tener un instrumento musical. Ahora ya se puede comprar libremente y los libios han abierto su vida para el jazz, el heavy metal, el hip hop... Fue una pena, hubo mucha esperanza allí, por un pequeño tiempo. Lamentablemente la comunidad internacional llegó, dio dinero, y se fue. En Túnez también organizamos un masivo festival apoyados por Radio Chabbi. En junio también hicimos un festival en Myanmar.
P: ¿Y no habéis tenido problemas para organizar festivales?
R: Sí. En El Cairo, el ministro del Interior egipcio mandó a la policía y nos trataron de parar, pero como fue justo después de la Primavera arabe, fue diferente. El Gobierno estaba asustado, así que nos dieron algo más de soltura para organizar el concierto.
P: ¿Cómo ves el futuro de los refugiados?
Mi meta es hacer que se comuniquen entre ellos. Los políticos han ignorado esta catástrofe durante 15 años. Se ha perdido mucha ayuda internacional. Y luego los europeos dicen: “Ohh está gente que viene”. Ahora mismo vivo en Sudan, y allí están recibiendo miles de refugiados desde Ruanda. Esta gente no se puede desplazar, son pobres. Lo mismo pasa en Uganda, Kenia… La gente seguirá llegando, aunque sea caminando por el norte de Rusia para cruzar hacía Noruega. Lo que ahora mismo está pasando en Europa puede ir a peor.
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