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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La oscura mancha de Valentino Rossi

'Il Dottore', el gran protagonista del motociclismo de los últimos 15 años, el tipo que nunca se ponía nervioso, perdió los papeles.

Javier Salvatierra
Yamaha MotoGP rider Valentino Rossi of Italy puts in earplugs before a free practice session of the Malaysian Motorcycle Grand Prix at Sepang International Circuit near Kuala Lumpur, Malaysia, October 23, 2015. REUTERS/Olivia Harris
Yamaha MotoGP rider Valentino Rossi of Italy puts in earplugs before a free practice session of the Malaysian Motorcycle Grand Prix at Sepang International Circuit near Kuala Lumpur, Malaysia, October 23, 2015. REUTERS/Olivia HarrisOLIVIA HARRIS (REUTERS)

Que Valentino falle es complicado”, decía Jorge Lorenzo justo antes del Gran Premio de Australia, el pasado 15 de octubre. En ese momento, el piloto mallorquín de Yamaha tenía muy difícil proclamarse por tercera vez campeón del mundo de Moto GP. Su compañero de escudería, Valentino Rossi, le aventajaba en 18 puntos y estaba siendo el más regular del Mundial (sólo en una de las 15 carreras anteriores se había bajado del podio). Experto además en manejar situaciones complejas, Rossi tenía más papeletas que nadie para conseguir su décimo entorchado mundial. Sin embargo, aquella carrera, que ambos contendientes consideraban crucial, lo cambió todo. Ganó Marc Márquez, Lorenzo fue segundo y Valentino, cuarto. La ventaja quedó reducida a 11 puntos y Lorenzo se vio con opciones.

Contra todo pronóstico y pese a que la ventaja era perfectamente administrable para las dos carreras que restaban de campeonato, Il Dottore, el gran protagonista del motociclismo de los últimos 15 años, campeón del mundo en nueve ocasiones, el tipo que nunca se ponía nervioso, autor de algunas maniobras magistrales y también algunas cuestionables, el que sacaba de quicio a sus rivales —o de la pista, recuerden a Sete Gibernau en Jerez—, siempre con la sonrisa a punto, perdió los papeles. En vez de ganar décimas, como siempre hizo, en las frenadas, intentó hacerlo por la pista de la guerra psicológica: alumbró la teoría, y la soltó en público, de que Márquez, otro depredador con sonrisa de tiburón, sin opciones ya en el Mundial, intentaba beneficiar a Lorenzo en venganza porque Rossi le tiró al suelo en Argentina en abril.

Una excusa de mal pagador, una declaración más para desestabilizar a un rival, algo en lo que Valentino Rossi siempre ha sido un maestro, de no ser por lo que se vio a continuación sobre el asfalto de Malasia. Tras apenas siete vueltas y varios adelantamientos —Márquez está picajoso, quién sabe si espoleado por la acusación—, Lorenzo se escapa y Rossi ve confirmada su teoría. Entonces espera a Márquez, lo lleva al exterior de una curva y lo tira al suelo de una patada. Una acción impropia de un deportista profesional, en la que un compañero podría haber salido mal parado.

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Con esa patada, Rossi no solo empaña gravemente su trayectoria, sino que complica en buena medida sus opciones de conseguir su décimo título mundial, que pondría un brillante colofón a su carrera. Además de que Lorenzo le recortó cuatro puntos, el italiano fue sancionado a comenzar en último lugar la última prueba de la temporada, la que decidirá el título en Valencia el 8 de noviembre —resulta incomprensible que se le permitiese acabar la carrera en Malasia—. El italiano niega que tuviera intención de tirar a Márquez e incluso la patada. Muy enfadado por la sanción, ha llegado a amenazar con no participar en la prueba de Valencia. Con ello, solo contribuiría aún más a extender una oscura mancha sobre su figura, la de un piloto sobresaliente que ha sido el ídolo de algunos de sus ahora rivales, entre ellos el propio Marc Márquez.

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