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Columna
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Religiosos

En la actual ignorancia somos como los cristianos del siglo V, que ni siquiera sabían que eran cristianos

Félix de Azúa

La propuesta del PSOE para eliminar la asignatura de religión es ingenua. Una medida de izquierdas negaría a la autoridad religiosa el derecho a elegir profesores. De ese modo crecería la oferta de trabajo para desahuciados de la filosofía o las humanidades, porque en la asignatura de religión bien considerada no se hablaría de los viejos mitos religiosos, sino de los mitos presentes.

La asignatura de religión debería enseñar, explicar y criticar la revelación técnica de los últimos 20 años. Confundir la religión con la red educativa y comercial de una Iglesia (que no es sino otra multinacional) es un error típico de esta izquierda que ignora en qué mundo vive. La única religión actual es la de la técnica, acerca de la que no sabemos nada, pero que dirige nuestra vida como el cristianismo dirigió la de los romanos a partir del emperador Constantino.

Las sectas cristianas, la algarabía islámica, las cábalas judías, la modorra budista, las viejas religiones, no tienen la menor influencia moral en España, sólo la presión de sus respectivos aparatos económicos. La verdadera creencia (o la verdadera fe) que dirige moralmente a nuestra sociedad es la de la técnica, casi siempre asociada con una promesa siniestra: el progreso. En ese punto sí hay conductas sonámbulas, intereses dirigidos por la fe, reparto de limosnas (teléfonos, relojes, teles, ordenadores, quincalla técnica), santos y mártires (fundadores o “inventores”, hoy megamillonarios), sectas heréticas, condenas a muerte, zelotes, guerras informáticas y así sucesivamente.

Si a los estudiantes se les explicara cómo actúa sobre ellos su religión, esa desconocida, a lo mejor podrían mejorar su soberanía. En la actual ignorancia somos como los cristianos del siglo V, que ni siquiera sabían que eran cristianos. No había alternativa.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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