‘Photoshow’
Entre la cirugía y el Photoshop, los niños no van a reconocer como humano un rostro de más de 15 años


Vaya por delante que no soy nadie para pontificar sobre nada. Ni más ni menos que el tertuliano medio, ya está bien de fustigarse una misma con autoexigencias sin que nadie se lo pida, como SM doña Letizia. No solo no estoy libre de pecado para tirar ninguna piedra, sino que cualquiera podría matarme de un cantazo arrojándome la más pequeña de mis contradicciones a los morros. Pero es que esto es de juzgado de guardia. Todos disfrazamos nuestros defectos ante el espejo para acercarnos a la imagen que quisiéramos dar al mundo. Unos más que otros, de acuerdo, y una es de las que se pone encima una superproducción de Bollywood y de las que le pasa el filtro hasta a la foto del gimnasio, qué pasa. Una es libre de engañarse a sí misma con tal de ahorrarse el loquero.
Lo de los trucos para dar el pego es más viejo que el hilo negro. Sara Montiel exigía a los fotógrafos una media en el objetivo para tamizar las arrugas y su comadre Carmen Sevilla se desollaba viva con dos esparadrapos estirándole los carrillos hasta la nuca. Si una quiere parecer un ectoplasma o una cara de Bélmez, como alguna señora portada habitual de ¡Hola!, es su problema. Ahora, si lo desean otros sin tu permiso, la cosa tiene delito. Por eso lo del juzgado de guardia.
A la actriz Inma Cuesta, la morena de la copla de Julio Romero de Torres en persona, le han rebanado las caderas unos presuntos estetas para acercarla a su enfermo ideal de belleza. Una ofensa no solo a ella, sino a la inteligencia. Entre la Venus de Willendorf y las estacas de los desfiles de Victoria Beckham hay un mundo. El de ahí fuera. Entre la cirugía y el Photoshop, los niños no van a reconocer como humano un rostro de más de 15 años. Ahora que Playboy no saca mujeres desnudas por estar muy vistas, el morbo va a estar en un rostro sin retoques. La piel marchita, imperfecta y vulnerable. Eso sí que es porno duro.
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