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Pesadilla en ‘el zoo de la muerte’

Más de 400 animales han muerto ya, incluidos 45 dragones de Komodo Organizaciones internacionales y expertos llevan años alertando sobre las negligencias

Un elefante del zoo de Surabaya, denunciada repetidas veces por las malas condiciones en las que viven los animales.
Un elefante del zoo de Surabaya, denunciada repetidas veces por las malas condiciones en las que viven los animales.Ángel L. Martínez

Shasa amaneció muerta en su jaula del zoo de Surabaya el viernes 14 de agosto. Según la autopsia, una enfermedad pulmonar crónica y una inflamación renal fueron las cusas de la muerte de esta chimpancé de 17 años. A pesar de que su especie puede alcanzar los 60, una pulmonía común bastó para acabar con ella. Shasa es la última víctima del centenario zoológico, uno de los mayores de Indonesia. Muchos otros animales han muerto dentro de la institución, que acoge a miles turistas cada mes en la segunda ciudad más poblada del país asiático. Chandrika, la tigresa blanca, murió después de triturarse la lengua a consecuencia de un envenenamiento. La tortuga Thani se ahogó al ingerir bolsas de plástico. Así, hasta 400 animales han perecido en extrañas circunstancias desde 2009 en el apodado "zoo de la muerte". El mayor escándalo sucedió en 2014, cuando el león Michael fue encontrado ahorcado en su celda. Trabajadores del centro negaron la evidencia de las imágenes que circularon entonces, aduciendo que el león debió haberse estrangulado mientras jugaba.

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“Angeli quedó parapléjica, pero los operarios la dejaron arrastrándose por el cemento de su mazmorra durante años”, describe Sybelle Foxcroft, especialista en bilogía silvestre. Esta conservacionista australiana lleva acusando a la dirección del zoo de Surabaya de negligencias desde que se hizo cargo del cuidado de Angeli, leona que se salvó de una muerte segura en 2012. La directora de Conservación y Educación Ambiental Por Vida (Cee4life, acrónimo en inglés), encontró que la leona había sido alimentada con carne contaminada de formaldehidos, un compuesto de la industria química calificado como cancerígeno por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). La presión nacional e internacional permitió que diversos especialistas introdujesen programas de educación en el tratamiento de animales para los trabajadores del centro. Pero Sybelle insiste que el maltrato animal continúa dentro del zoo: “Los análisis también confirmaron la presencia de arsénico. Alguien trataba, y sigue tratando, de matar deliberadamente a estos animales”. La Asociación de Zoológicos y Acuarios de Indonesia (PKBSI, en sus siglas en bahasa), ha recibido más de 60 denuncias para el cierre del zoo de Surabaya sólo en la semana en que fue escrito este reportaje, según aseveró a EL PAÍS su director, Tony Sumampau.

Entre 2010 y 2013, el Ministerio de Medio Ambiente y Bosques de Indonesia transfirió temporalmente la gestión del centro a un grupo de expertos para poner freno a la situación. El incremento de las muertes tuvo consecuencias económicas: el número de visitas anuales se redujo de 1,2 millones a 800.000 personas en pocos años. Entre otros muchos animales, el zoo de Surabaya ya se había cobrado la vida de tres tigres de Sumatra y 45 dragones de Komodo; especies en peligro de extinción endémicas del archipiélago indonesio.

La dirección temporal del zoológico de Surabaya recayó entonces en el doctor Sumampau, biólogo con 40 años de experiencia en vida salvaje y secretario general del PKBSI: “Parecía que alguien estaba asesinando a los animales. Los informes forenses concluyeron que el 50% de las muertes fueron por neumonía, hepatitis, malnutrición y enfermedades similares. El 30%, debido a las condiciones de vida en jaulas sobrecargadas. Sólo un 20% de los animales perecieron por causas naturales”. La gestión del centro, que desde su creación en 1916 había sido potestad de un grupo reducido de miembros de la élite política y administrativa local, había creado una red de corrupción interna. Hasta entonces, los empleados acostumbraban a cobrar precios aleatorios por la entrada al zoo y muchos de ellos habían abierto establecimientos de venta de comida y regalos sin licencia alguna.

El 50% de las muertes fueron por neumonía, hepatitis o malnutrición. El 30%, por las condiciones de vida 

La nueva dirección, liderada por el doctor Sumampau, estableció estándares de admisión y nuevos métodos para el cuidado de las especies. Los expertos también cambiaron la alimentación de los animales y renovaron muchas de las anticuadas instalaciones, transformando algunas de las mazmorras a las que se refería Sybelle en espacios limpios y habitables. Pero la nueva praxis no duró mucho y el equipo de gestión del zoo fue sustituido el año pasado. “La actual dirección no confía en las capacidades adquiridas por los operarios. Muchos trabajadores han retornado a los procedimientos anteriores porque el zoo vuelve a estar dirigido por burócratas sin ética profesional en el cuidado de animales”, sentencia el doctor Sumampau.

Nueva administración, viejos problemas

A pesar de que las condiciones del centro han mejorado con respecto a hace cinco años gracias a las labores de limpieza y acondicionamiento, la situación amenaza con seguir cobrándose la vida de animales. Mientras los tigres de Sumatra ya no están encerrados en oscuros calabozos y no presentan el aspecto escuálido que acabó con varios de ellos, otras especies siguen sufriendo maltrato. El confinamiento de medio centenar de pelícanos en un espacio de 50 metros cuadrados o la falta de luz e higiene de los peces del acuario son los ejemplos más obvios de la dramática situación en el centro. Según indican los pocos operarios que se atreven a hablar por miedo a perder su empleo, la corrupción ha retornado al zoo de Surabaya con la nueva gerencia, encargada a las autoridades locales. “El cambio en el Ayuntamiento ha empeorado la situación. La alcaldesa ha vuelto a la antigua forma de gestión del zoo. Esto ha creado conflictos con el gobernador de Java y el Ministerio de Medio Ambiente y Bosques”, explica Sri Penta Wati, veterinaria y trabajadora del centro.

Alrededor de 300 animales seguían en condiciones críticas por hacinamiento a pesar de que 450 ya fueron trasladados a otros centros hacia finales de 2014, según informaba la policía de Surabaya a la prensa local. El propio director de policía comparaba la situación del centro con la del Safari Park de Bogor (también en la isla de Java). Mientras que el zoo de Surabaya alberga más de 4.000 animales en un espacio de 15 hectáreas, el de Bogor sólo acoge a 1.500 en sus 178 hectáreas de safari.

Algunos empleados han intentado, sin éxito, transferir animales a zoos de Bali y otras ciudades indonesias para mejorar sus condiciones y su genética, pues temen la endogamia nociva entre animales de la misma familia. “En respuesta, la alcaldesa y sus seguidores han instrumentalizado a la opinión pública en contra de nosotros, alegando que los animales son propiedad de la ciudad de Surabaya. Pero es el Ministerio el que tiene potestad sobre los zoológicos del país”, critica la propia Penta Wati.

La raíz del problema actual parece estar en la rentabilidad del zoológico como negocio. El doctor Sumampau, que se hizo cargo de la institución voluntariamente durante tres años, tiene claro cuáles deben ser las prioridades: “Nosotros comprábamos alimentos de la mejor calidad para los animales, lo que suponía una mayor inversión. Los gestores actuales no pueden permitirse eso porque el zoo ha tenido importantes pérdidas en 2014, que aumentarán este año. Ahora el dinero se destina a pagar a los burócratas vinculados al zoo, sin conocimiento sobre conservación animal… Deben entender que no es un negocio, sino un espacio de recreo, entretenimiento y educación para el público”.

Los animales habían vivido en lo que Sybelle, directora de la organización Cee4life, califica como mazmorras. Los osos apenas podían moverse en sus antiguas celdas.
Los animales habían vivido en lo que Sybelle, directora de la organización Cee4life, califica como mazmorras. Los osos apenas podían moverse en sus antiguas celdas.@Cee4life (2012)

Penta Wati articula la opinión de los operarios que no comulgan con el Gobierno local. Este grupo de trabajadores apuesta por la creación de una institución permanente que se encargue de la gestión del zoo junto al ayuntamiento local, sin interferencias políticas. La veterinaria va más allá y asegura que la inversión privada es necesaria para acabar con la mala gestión pública de los zoos del país. Una visión secundada por el doctor Sumampau: “Hay 52 zoos en Indonesia. Los mejores están dirigidos por profesionales privados, mientras que los peores son gestionados por el Gobierno local de turno. Desgraciadamente, ésta es una realidad en los países en desarrollo. A no ser que exista apoyo internacional o de organizaciones no gubernamentales”.

Indonesia es país firmante de la Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies en Peligro, Flora y Fauna (CITES, en sus siglas en inglés). Aunque el tratado también hace referencia al trato de estas especies, la aplicación del mismo corresponde a la voluntad de los Estados miembros. Por su parte, el zoo de Surabaya también responde con silencio a las ofertas de colaboración por parte de instituciones internacionales dedicadas a la conservación animal. “He tratado de comunicarme con ella [la alcaldesa de Surabaya] por todos los medios. Pero no hay respuesta”, clama Sybelle, directora de la organización australiana Cee4life. Este medio también intentó ponerse en contacto con la alcaldesa y las autoridades del zoo de Surabaya en varias ocasiones durante la primera mitad de Junio. Pero sólo Penta Wati se prestó a dar su versión.

El aislamiento internacional unido a las pobres condiciones de vida en las instalaciones y el creciente número de animales augura un destino nefasto. La llegada de más animales de la misma familia crea endogamia nociva y las consecuentes malformaciones y muertes. “La Estrategia de Conservación WAZA [Asociación Mundial de Zoos y Acuarios] estipula una única solución si los animales no pueden ser liberados al medio silvestre, transferidos a otras instituciones o reemplazados dentro de las mismas instalaciones. La mejor forma de proceder en estos casos extremos es la eutanasia”, explica Penta Wati, a quien desespera la situación: “No sabemos a qué atenernos”. Mientras tanto, los animales del zoo de Surabaya aguardan un futuro aciago.

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