“En Europa se da más importancia al equipo que a la figura del arquitecto”.
Shimrisham del despacho personal de Miguel Huelga Sukunfuku. Proyecto en proceso.
Miguel Huelga de la Fuente (Gijón, 1981) es un arquitecto español de perfil internaciona. Fue Erasmus en Roma. Luego, a finales del 2006, aunque aún había mucho trabajo en España, sintió la necesidad de ver cómo se hacían las cosas fuera. “Me dieron una beca Leonardo de 6 meses para trabajar en Holanda y me fui sin dudarlo. Desde entonces ha vivido en países tan distintos como Japón, Francia o Inglaterra. Hoy trabaja en Londres para un estudio de arquitectura. Pero también realiza proyectos por su cuenta. Su principal baza profesional es esa experiencia que ha acumulado trabajando por el mundo.
¿Qué tipo de trabajo hace? Trabajo de arquitecto en un estudio Londinense. Desarrollo un proyecto de regeneración urbana al sur de Londres; un Centro Cívico, de Salud y Educación Infantil. Participo en el diseño y la coordinación del proyecto del que se prevé que comience a construir en 2017.
¿Por qué cree que lo eligieron a usted? Imagino que por mi perfil internacional. Cuando trabaje en Japón me encargaba sobre todo de proyectos europeos. Claramente les ofrecía un tipo de experiencia que difícilmente podía ser cubierta por empleados locales.
¿Está bien remunerado? Mi sueldo está regulado por convenio profesional. Yo diría que el trabajo de arquitecto en Londres está bien remunerado, aunque el sueldo es inferior al de otras profesiones y el coste de vivir el Londres bastante alto.
¿Al trabajar fuera qué ha sido mejor y qué peor de lo que esperaba? Ha sido mejor de lo que esperaba, pero no me imaginaba en absoluto lo que me iba a encontrar.
Cuando empecé me motivaba la novedad, descubrir un terreno nuevo e inexplorado y sacar el máximo provecho posible. He podido participar en proyectos de gran relevancia por tamaño y programa que me hubiera sido casi imposible realizar en España. Irte fuera te permite trabajar en oficinas que se dedican a hacer arquitectura “singular” sin ponerse la etiqueta de comerciales, sin venderse a promotores y sin renunciar a su estilo.
Pero con las trabas de un alto nivel competitivo y de estrés, alargando tu jornada hasta altas horas de la noche en muchas ocasiones. Supongo que es algo que exige un alto nivel de dedicación, pero merece la pena.
Quizás lo más duro es saber que si no dominas a la perfección un idioma no podrás sentirte plenamente integrado en un proyecto o no podrás hacer algo más allá del mero diseño.
¿Ha cambiado trabajar fuera su idea de lo que es la arquitectura? Ha cambiado porque el papel del arquitecto es distinto a nivel europeo. El arquitecto diseña la arquitectura y coordina grandes equipos multidisciplinares, en ocasiones más capacitados técnicamente que el propio arquitecto. En España todo se centra más en torno a la figura del arquitecto, mientras que en Europa se da más importancia al equipo formado para construir conjuntamente. El estereotipo de taller de arquitectura donde el gran maestro hace sus esbozos y los discípulos los traducen en dibujos y maquetas ya no existe como tal.
No hay una forma establecida de cómo hacer las cosas. Trabajar fuera me ha hecho ver que tú puedes inventar la tuya y convivir con el resto.
¿Ha crecido más profesional o personalmente? Creo que de ambas maneras. Profesionalmente cada día tengo la oportunidad de trabajar con gente que proviene de culturas muy distintas a la nuestra, en torno a un mismo proyecto.
¿Por ejemplo? La arquitectura no se lee de igual modo en todos los países. En Holanda se trata al edificio más como un objeto. Hacen maquetas sólidas de volumen a escala 1:500 y la insertan en un contexto urbano a ver cómo se integra. Aquí habríamos apilado cartones y habríamos colocado los núcleos. En Japón harían 20 maquetas casi idénticas del detalle de una ventana para plantear opciones cuando nosotros simplemente lo dibujaríamos. Vivir contrastes tan grandes y saber cuándo y cómo utilizarlos te hace crecer profesionalmente.
En lo personal, al estar fuera renuncias a un trato cercano con la gente por vivir otras experiencias. Todo por trabajar de lo tuyo, y con un nivel de respeto profesional difíciles de alcanzar hoy en día en nuestro país. Renuncias a la comodidad de tu idioma y a la sencillez de comunicación cuando surgen los problemas.
Al final experiencias como la mía te hacen más fuerte pero reconozco que también te agotan.
¿Espera poder volver a trabajar en España? Esa es la idea. Utilizar lo que hemos aprendido fuera, y hacernos un hueco en el mercado trayendo algo diferente. Trabajar en el extranjero te da un poco de perspectiva. Las distancias con internet son muy cortas y aunque no trabajes dentro de las vanguardias culturales de tu país puedes encontrar tu sitio. Desde hace años realizamos pequeños proyectos y concursos al margen de trabajar para otros y la idea es darle continuidad a corto plazo. Salir resulta fácil cuando es algo que buscas intencionadamente por tu formación o inquietudes, pero volver e intentar hacer el mismo tipo de arquitectura en un entorno donde no se mueve un ladrillo lo hace complicado a corto plazo. Es algo que te preguntas casi todos los días.
¿Vista su experiencia, qué cambiaría en los planes de estudios, qué les diría a los alumnos? La universidad se inventó para formar y experimentar, siempre con grandes dosis de realidad. Durante mi estancia en la Escuela de Arquitectura siempre se potenció más la arquitectura de revista y de carácter singular. Luego sales a la calle y acabas emigrando porque los concursos de grandes museos o de grandes centros de congresos para ciudades de 100.000 habitantes ya no se convocan.
El temario debería estar fundamentado más en la construcción. Digamos que un 20 % de sueños y un 80% de proyectos reales. Potenciar la aparición de becas para trabajar en el extranjero sería una buena manera de integrarse más en el panorama arquitectónico europeo. Ahora ya no se construye tanto como antes: pues habrá que hablar más de restauración, sostenibilidad y de cómo seguir haciendo edificios más austeros pero igual de funcionales y estéticos.
A pesar de la crisis la gente sigue consumiendo ropa y viajando, aunque baja el listón en cuanto a marcas o elige destinos más cercanos. La arquitectura debe seguir haciéndose para cumplir las necesidades de la sociedad aunque se vuelva más “anónima y modesta”, pero “nueva” al fin y al cabo.
Creo que el alumno que está cursando o a punto de cursar arquitectura en España debería ser consciente de en dónde se está metiendo e intentar transformar un modelo que ha cambiado radicalmente desde 2007. La arquitectura se ve como un lujo cuando nunca ha dejado se ser una necesidad. Les pediría que no lo olvidaran nunca.
Prada Transformer (proyecto de OMA en el que trabajó Miguel Huelga), 2009
Filarmónica de Angers realizada con KKAA. Proyecto ganador del concurso.
Portland House de David Chipperfield, empieza su construcción en 2017.
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