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Rihanna, marca en plena expansión

La cantante representa el nuevo modelo de estrella que amasa parte de su fortuna con proyectos ajenos a la música

Karl Lagerfeld y Rihanna, en el desfile de Chanel en París.
Karl Lagerfeld y Rihanna, en el desfile de Chanel en París.WireImage

El pasado mes de abril Rihanna, a través de su perfil en Instagram, se apresuró a desmentir con pruebas que no estaba consumiendo drogas en el festival de música Coachella, como insinuaba un vídeo que apareció en la red y donde la cantante se tocaba la nariz. La apodada bad girl (chica mala) reaccionó ante un escándalo que podía haber comprometido parte de su agenda, y de su éxito, a corto y medio plazo. La intérprete de Barbados tenía varios proyectos firmados que ahora están a punto de ver la luz. Negocios que nada tienen que ver con la música, y que han convertido a la estrella de 27 años en el mejor ejemplo de cómo seguir triunfando en una época en la que es difícil ganar millones vendiendo discos. Otros artistas optaron por centrarse en sus giras de conciertos, pero Rihanna eligió sacar el máximo partido a ser uno de los mayores iconos mundiales de estilo.

Han pasado más de 1.000 días desde que salió a la venta el último disco de Rihanna, publicaba recientemente Billboard. No es demasiado tiempo para un artista, pero hasta ese momento (2012) RiRi había editado prácticamente un álbum por año, desde que en 2004 fue descubierta por Jay-Z y fichada por su sello discográfico. Más de 30 millones de copias y 120 millones de singles digitales vendidos después, Rihanna revelaba a The New York Times: “Hemos trabajado duro para erigirme en una marca”, unas declaraciones que anticipaban lo ocurrido estos últimos tres años. Ya en 2007 aprovechando su primer gran éxito, Umbrella, promocionó una línea de paraguas. Era solo el principio de un periplo empresarial que le ha llevado a amasar un patrimonio de 120 millones de euros.

Rihanna, en la promoción de su perfume RiRi en Nueva York.
Rihanna, en la promoción de su perfume RiRi en Nueva York.Evan Agostini (gtres)

El paso de la barbadense de estrella del pop a empresaria multinacional ha estado marcado por la crisis de la industria musical y por la versatilidad de su imagen. Desde sus inicios Rihanna ha sido capaz de mostrarse en sus videoclips como una adolescente con un aspecto urbano, con tatuajes, mucha bisutería, camisas vaqueras desteñidas o tops minúsculos de colores flúor y, al día siguiente, aparecer en una alfombra roja impecable. Clásica, elegante, con un diseño de alta costura y un peinado y maquillaje sobrios, como la viva imagen del glamour tradicional, pero también la más atrevida y rompedora, como lo demostró en la última gala de la moda del Metropolitan Museum de Nueva York. Siendo una artista de acumular sencillos frescos y comerciales más que de dar conciertos, era evidente que el aspecto a explotar era su estilo, al margen de su talento artístico.

Ha colaborado con Balmain y ha recibido el premio Icono de Moda del Council of Fashion Designers of America. Ha sido imagen y directora creativa de todo tipo de firmas, las más recientes Dior y Puma, lanzó una gama de cosméticos con su nombre para MAC, ha sacado hasta ocho perfumes, y en publicidad acumula decenas de campañas para todo tipo de productos y firmas. Gucci, Armani, Nokia, Kodak (Rihanna es una de las reinas de Instagram con más de 25 millones de seguidores), Nike o Nivea. Hasta se ha unido a una diseñadora de joyas para vender calcomanías inspiradas en sus tatuajes y se llegó a rumorear que estaba interesada en invertir en algún club de fútbol inglés, a raíz de su amistad con los futbolistas Didier Drogba del Chelsea o Karim Benzema. Parece que no le queda nada por hacer, pero Rihanna siempre encuentra algo nuevo. Esta semana ha visto la luz su particular revisión del clásico modelo de zapatillas suede de Puma y ha anunciado una colaboración como diseñadora de calcetines y leotardos para la firma Stance. Además, a principios de verano se filtró el nombre de la que sería su primera colección completa de moda como diseñadora, School Kills.

Taylor Swift vende más discos, Beyoncé o Lady Gaga tienen más seguidores en las redes sociales, pero nadie saca tanto provecho de su estilo como Rihanna. El objetivo de todo este cúmulo de lanzamientos es recuperar su lugar en la lista de las 100 celebridades mejor pagadas de la revista Forbes. En 2014 estaba en el número 8, y este año ha desaparecido. Ese octavo lugar ahora lo ocupa Taylor Swift. Todo ello sin dejar de lado su carrera como cantante. Se dice que su esperado nuevo álbum, del que recientemente ha visto la luz un primer videoclip no exento de polémica con el título Bitch Better Have My Money (Puta, más te vale que tengas mi dinero), podría ver la luz en noviembre. A finales de mes actuará en el Rock in Rio celebrado en Río de Janeiro ante 85.000 personas que agotaron las entradas en 57 minutos. El interés por la estrella pop parece intacto, pero entre canción y canción, el resto de departamentos de la factoría Rihanna funcionan a pleno rendimiento y con excelente rentabilidad.

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