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Tentaciones
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'Amorodio' eterno a Los Planetas

Con la reedición de dos de sus singles históricos, recordamos las razones por las que hemos querido a la banda de Granada… y por las que les hemos odiado

Más de 20 años después de su formación, sigue sin haber un grupo igual a Los Planetas. Haciendo las mínimas concesiones posibles, la banda de Granada llegó al techo del indie nacional en los 90 y no ha bajado de ahí desde entonces. Muchas cosas han cambiando en estas dos décadas, pero ellos continúan disfrutando de una posición privilegiada en una escena que ellos ayudaron a crear. Este año han publicado el EP Dobles Fatigas en su nuevo sello, y su antigua discográfica ha lanzado la recopilación de todos sus singles del 93 a 2004 y, ahora, los sencillos Brigitte y La playa en formato vinilo. Un momento revivalista idóneo para echar la vista atrás y recordar los momentos en los que los hemos amado, pero también aquellos en los que nos dieron tanta rabia como solo ellos son capaces.

Razones para amarlos

Su visión en los albores del indie. Ahora aquello parece un tiempo muy lejano, pero hay que recordar que a muchos no les gustó nada el hecho de que uno de los grupos punteros de la incipiente escena indie de los 90 firmase con una multinacional. ¡Decepción, sacrilegio, traición! Con la perspectiva del tiempo, todas aquellas reacciones se revelan como producto de la ingenuidad y la juventud. Los Planetas no solo consiguieron seguir haciendo lo que les diese la gana en una major, sino que además mostraron nulo interés en las tareas promocionales. Lo que nos lleva a…

Su desdén hacia la industria discográfica. A Jota se le podía ver en la época de Súper 8 con una camiseta de RCA, pero ese era el mayor acto de proselitismo del que se les puede acusar. Como se puede comprobar en Una semana en el motor de un autobús. La historia del disco que casi acaba con Los Planetas, el libro de Nando Cruz sobre uno de sus discos clásicos, las tensiones con su discográfica fueron constantes. La relación del grupo con el sello siempre tuvo un objetivo claro: aprovecharse de unos mayores recursos sin desvirtuar su obra. Y lo consiguieron, hasta que después de Una ópera egipcia buscaron nuevas vías de publicación.

Sus himnos. Es una obviedad, pero no podemos saltarnos una colección de canciones bandera que no está al alcance de casi nadie. La lista podría ser más larga, pero debería incluir siempre cosas como Mi hermana pequeña, De Viaje, La caja del diablo, Qué puedo hacer, Nuevas sensaciones, David y Claudia, Himno Generacional #83, Segundo Premio, La copa de Europa, Santos que yo te pinte, Un buen día, Pesadilla en el parque de atracciones, Y además es imposible, Reunión en la cumbre o Ya no me asomo a la reja. Casi nada.

Su reivindicación del flamenco. Justo en un momento en el que parecía que su fórmula estaba a punto de agotarse, fueron capaces de dar un giro en su trayectoria incorporando un género, el flamenco, que desde el Omega de Morente y Lagartija Nick parecía que no podía volver a unirse con el rock. La leyenda del espacio fue un punto de inflexión en su trayectoria comparable a Una semana en el motor de un autobús y, quién sabe si su último gran disco.

El cóctel de Eric. Cierto, puede haber muchas más razones, y más importantes, para amarlos, pero el hecho de que nos hayan ofrecido momentos como esta intervención del batería Eric Jiménez en un homenaje a Carlos Berlanga es digno de mención. Además de autocrítico (“nos vamos al mainstream”) nos dejó la receta del "cóctel rollo indie". Imposible no ser fan.

Razones para odiarlos

Su apatía. Su actitud siempre ha combinado una buena dosis de desprecio hacia las estructuras consolidadas (la industria discográfica o gran parte de la prensa, sobre todo) que muchas veces se han confundido con una apatía manifiesta, unas pocas ganas de ofrecer esfuerzo que les han lastrado en muchas ocasiones. Ya fuesen en sus directos (en sus primeros tiempos ir a verles era echar una moneda al aire) o en sus entrevistas, siempre han transmitido una sensación de que les importaba bien poco hacerse entender. Si nos quieres, parecían pensar, no será porque nosotros lo hayamos querido.

Algunos de sus discos. Cualquier carrera que supere las dos décadas tiene altibajos, y la de Los Planetas no iba a ser distinta. Especialmente el periodo que va después de Unidad de desplazamiento hasta la llegada de La leyenda del espacio fue especialmente flojo. No es que Encuentros con entidades o Los planetas contra la ley de la gravedad sean discos sin provecho, pero ya mostraban un agotamiento evidente de su sonido. Su giro de asimilación del flamenco les otorgó nuevas fuerzas, pero después de Una ópera egipcia y el EP Dobles Fatigas, las dudas atacan de nuevo.

El canallismo. ¿Cuántas historias de Los Planetas relacionadas con las drogas han circulado en los últimos 20 años? Cientos. Esa imagen canallesca es parte de la mitología popular, pero también ha estado alimentada por el propio grupo. La leyenda de los planetas como policonsumidores sin fin llegó a un punto en el que podía parecer una versión indie de los excesos de Joaquín Sabina. Es decir, un cliché aburrido.

Su poca predisposición a tocar en directo. Si bien el nivel medio de sus conciertos ha ido subiendo con los años, y comprarse una entrada de Los Planetas a estas alturas no equivale a jugar a la ruleta rusa, también es cierto que las oportunidades para verlos en directo cada vez son más escasas, sobre todo si quieres evitar los festivales. Este año en Madrid se les pudo ver en una sala pequeña para su poder de convocatoria, con lo que muchos fans se quedaron fuera. ¿Tan difícil es prodigarse un poquito más?

Sus teorías sobre el indie. En los últimos años, da la sensación de que Los Planetas (o, más concretamente, Jota) vive en un mundo cada vez más distante. Sus intervenciones en Pequeño Circo, la historia oral del indie escrita por Nando Cruz, delatan unas teorías como poco extravagantes sobre lo que implica este movimiento, si es que se le puede llamar todavía de esa manera. En 2015 ya parece difícil de creer que , de por sí, el indie implique una filosofía antisistema. También sus planes para organizar un festival “del fin del mundo” en El pico del Veleta en Sierra Nevada suenan más a capricho psicotrópico que a alguien que vive cerca de la realidad. El tiempo dirá si siguen estando con nosotros.

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