Refugiados
Una marea constante e incesante de personas se agolpa a las puertas —candadas— de Europa con la esperanza de poder vivir, siquiera eso, una vida digna, una vida humana. Huyen de países derruidos, desmembrados por guerras: ora de religión; ora de posesión. La mayoría suele esbozar una sonrisa cuando ponen pie en tierra firme (¿?) tras de un abyecto peregrinaje de dolor, brutalidad y, muchas veces, muerte. Famélicos desmenuzados como si fuesen migas de pan. Cautivos de un destino que no debiese estar escrito, ni en el viento, pero que otros hombres impusieron a punta de sinrazón. No quieren más lágrimas resbalando por las mejillas de sus hijos, quieren verlos correr, saltar, jugar, reír. Sueños que se desvanecen cuando la cruda realidad se muestra, indiferente, ante sus ojos: Europa como espejismo. Y, mientras tanto, nosotros, colmados de todo.— F. Javier Santos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.