Temporadas de más

No sé qué pasa en verano que cada vez que te descuidas, zas. Va, y pasa algo gordo. Gordo, pero que muy gordo, en serio. Ejemplo: dos días que llego tarde a comprar el periódico —¿porqué no traen más ejemplares de EL PAÍS, si siempre se quedan cortos?— seguidos de toda la isla sin Internet por culpa de una tormenta y cuando, por fin, puedo volver a conectar con la realidad sin turistas ni chanclas, resulta que adiós a Tsipras y a Cara Delevingne. Sin avisar. De lo más hondo de mi ser, como de un animal herido, me brota un desgarrado ¡Noooo!

Poca gente, como Cara y Tsipras, tiene la valentía de largarse cuando todo son fírmame aquí para mi novio que es tu super fans. Greta Garbo, Guardiola y Bobby Fischer. Y Míchel. Porque aunque ustedes vivan ajenos a ello, Cara y Tsipras no han hecho más que seguir al pie de la letra la teoría de Míchel —el mítico jugador y flamante entrenador del Olympique de Marsella— al que felicitamos desde aquí. Pongan voz engolada y lean como si estuvieran grabada en mármol su máxima: en todos los clubes te sobra una temporada. ¿Lo pillan? Porque si hay algo más difícil que llegar a eso que los plastas llaman la cúspide es marcharse de allí.

En todos los clubes te sobra una temporada es una verdad que no me he atrevido a escribir en mayúsculas porque queda tan feo como gritar; pero que, para mí, merecería el tipo de letra de un eventual titular que rezara Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Tamaño obús. De hecho, a él le sobran todas las temporadas.

Tsipras, el Lannister griego, ha manejado perfectamente los tiempos. Paga sus deudas, elecciones y búsqueda de estabilidad. En cuanto a Cara, se va porque ella lo vale. Punto.

Lamentablemente, hay otros que no se marchan ni con aceite hirviendo. La máxima que viene de fábrica con los sillones de los despachos es aguantar hasta que me echen. Así que, Cara, Tsipras, muchas gracias por el ejemplo a los dos.