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CLAVES
Columna
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Cese en diferido

El volcán ha vuelto a estallar en el socialismo madrileño con la destitución de Antonio Miguel Carmona como portavoz en el Ayuntamiento

La federación socialista madrileña viene siendo un avispero, cuando no un polvorín, desde hace décadas. Y ahora, para no perder la costumbre, el volcán ha vuelto a estallar con la destitución de Antonio Miguel Carmona como portavoz del partido en el Ayuntamiento de Madrid. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, culmina así el golpe de mano que protagonizó el pasado febrero al relevar a Tomás Gómez de la secretaría general del Partido Socialista de Madrid (PSM) para sustituirlo por una comisión gestora. Una jugada tan audaz como insólita. Lo nunca visto.

En la Transición, Joaquín Leguina y Juan Barranco — y en otro flanco José Acosta— tuvieron el socialismo madrileño bajo control. En 1991, Teófilo Serrano sucedió a Leguina en medio de notables turbulencias que un trienio después llevaron a que Jaime Lissavetzky se pusiera al frente del partido. Lissavetzky se mantuvo hasta 2000, año en que cedió el timón a Rafael Simancas.

Entre las habituales conspiraciones y movimientos en la sombra, a veces más propios de otro tipo de organizaciones, Simancas logró sobrevivir hasta el año 2003, en que estuvo a punto de convertirse en presidente de la Comunidad de Madrid, con el apoyo de IU, de no haber sido por la oscura deserción de los socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáenz. El famoso tamayazo.

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Y así llegamos hasta julio de 2007, cuando Tomás Gómez, exalcalde de Parla (Madrid), accedió a la secretaría general del PSM.

Pedro Sánchez, líder del PSOE desde julio del año pasado, nunca tuvo aprecio hacia Gómez. Y esa falta de sintonía culminó en febrero, al decapitar a Gómez a solo tres meses de los comicios autonómicos en los que previsiblemente este iba a ser el número uno de cartel. Sánchez sustituyó al caído por Ángel Gabilondo, exministro de Educación, que, pese a lo arriesgado de la apuesta, mejoró las negras expectativas electorales en Madrid.

En esa ocasión, el jefe del PSOE toleró que Carmona encabezase la papeleta al Ayuntamiento de Madrid, aun sabiendo que los presagios eran malos. Ese cese en diferido terminó ayer. Sánchez, por intermediación de Sara Hernández, le ha dado ahora el puntapié. Un envite de resultados inciertos. A saber qué ocurrirá de aquí a cuatro años, cuando haya nueva cita electoral...

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