9 formas de refrescar el verano con vino
Hay vida más allá del tinto de verano. Te proponemos distintas maneras en las que destronar a la cerveza como bebida del verano
Ahora que la enología se está poniendo de moda y las enotecas son lo más mainstream que encuentras en tu barrio, llega el verano y lo primero que se te pasa por la cabeza es refrescarte con una birra aunque sea de lata y del primer chino que te encuentres. Aunque ahora, bares y restaurantes de toda España, cada vez más, están incorporando el vino en su oferta veraniega, un escaparate de frescor que bien puede destronar a la rubia.
Dato curioso: el vino es común denominador en cualquier zona de España, pero claro, depende de donde estés la cosa cambia. Y entre todas las opciones, aquí van 9 de ellas con alguna que otra recomendación:
Tinto de verano.
Posiblemente sea el combinado más solicitado cuando el sol pica y el calor te deja la boca como una lija. No hay región de España donde no te sirvan un buen tinto de verano, algo tan simple como vino, gaseosa y limón. Para darle alegría, pide al camarero que te eche un poco de vermut o de Ponche Caballero. Hay quien prefiere sustituir la gaseosa por refresco de limón o por lima limón; allá cada cual. Eso sí, nunca en botella, porque ya me diréis si el embotellado sabe a algo similar a la uva; o similar a algo, lo que sea.
Ponche.
El ponche de vino es la opción más barata del mundo, aunque ya es complicado encontrar un sitio fuera del sur de España donde te lo puedan servir. Si estás decidido a hacerlo en casa, es simple, no tiene más que vino y fruta macerando en él con azúcar y canela en rama. La opción más alucinante que he probado fue en una playa de Cádiz donde ofrecían un ponche de vino blanco con melocotón en almíbar y gaseosa. Decían que era muy típico, pero el caso es que en Jaén, Córdoba y la Mancha es bien famoso el brebaje.
Sangría.
Refrescante, peligrosa y apta para su consumo todo el año, un gran consumo. Es tan importante en algunos bares, que hasta tienen receta secreta. Pero bueno, hasta los restaurantes chinos la hacen para perder la cabeza, muchas veces mezclando infinidad de destilados y convirtiéndolo en una bomba nuclear estomacal. Vino, fruta, gaseosa de limón, Cointreau, Brandy y el resto ya es de elección libre. Yo que vosotros vigilaría mientras la preparan, porque la resaca duele.
Calimocho.
Que no, que el calimocho es una bebida que no tiene edad, tengamos la fiesta en paz. Después de medio siglo considerado como el cubata del pobre, es otra de las opciones económicas y refrescantes del verano y del resto del año. Suerte tienen nuestros colegas del País Vasco y Navarra, que encuentran bares de tapas incluso con grifos de calimocho, donde los pinchos vuelan. Vino y coca cola, sin más. Los hay que les mola con un toque de melón o mora; pero sin duda como más se disfruta, es con un vaso enorme.
Mimosa.
Aunque muchos relacionareis la mimosa con el brunch (o sea, la forma de alargar un desayuno para que incluya alcohol y no perder la dignidad), ya hay muchos bares en las grandes ciudades que incluyen este cóctel para la sobremesa. La mayor parte de las veces no se comen la cabeza, mezclan cava, azúcar, zumo de naranja o de pomelo y fin. En Barcelona y Madrid los hay a patadas, centros de reunión hipsterianos y gafapastosos.
Agua de Valencia.
Recuerdo que la primera vez que la probé fue en Valencia, una jarra de litro en el famoso Café París y acabé como Las Grecas cantando gregoriano. La ciudad del Turia es la madre de este cóctel que es como una “mimosa spice girl” a la que han añadido ginebra y vodka. Parece naranjada y entra sola, pero no lo es. Y aunque la encuentras en muchos sitios, hay que tomarla en Valencia, como la horchata y los fartons. Café Madrid, Las Horas, Café de la Seu, ¡son tantos!.
Rebujito.
Otro cóctel de los peligrosos, de esos que puedes encontrar en las tascas andaluzas de cualquier ciudad y en Andalucía en muchos sitios. Es la forma que tuvo un iluminado de sacar partido al fino o al vino manzanilla cuando el calor peta. Y aunque parezca mentira, si viajas a Sevilla o a Huelva encontrarás mil variantes: con limón, con lima limón, con gaseosa y hasta con vino amontillado. Un delirio.
Vermut.
Otro clásico de los aperitivos que se hace hueco en la tarde y en la noche transformándose en combinado. Martini blanco con limón para los dulzones, martini rojo con coca cola o ginger, o de grifo con o sin sifón para los más amantes de lo tradicional y lo viejuno. Paradas obligatorias en Casa Sierra, en Madrid, El Cañete, por el Raval de Barcelona, La Paloma en Oviedo o Artigas en Zaragoza.
Jerez y Moscatel.
Son dos tipos de vino que llevan unos años destacando en el mundo de la coctelería. Aunque muchos aún no le hemos pillado la gracia, ya hay unas cuantas comunidades en Internet que predican las suculencias de estas pócimas. Y las posibilidades son infinitas; ahí lo dejo.
Pero una cosa está clara, el purista del buen vino, lo tomará sólo, a la temperatura que desee y con la mejor compañía. Y si le añadimos una tapa ya me vienen a la cabeza sitios para perdernos como el Húmedo de León, las tascas de Salamanca, la zona del mercado de abastos de Plasencia (con morro y patataera) o el casco viejo de Toledo. Pero eso, os lo cuento otro día.
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