El cambio climático: un reto urbano
Foto: Shanghai, “City in pollution”. De Leniners. En Flickr Commons
Las ciudades, que concentran hoy la mayor cantidad de población mundial, tienen una creciente incidencia en el consumo de recursos, la generación de residuos y la producción de impactos ambientales en el planeta. A pesar de que ocupan el 2% de la superficie terrestre, emiten entre el 60% y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial y consumen aproximadamente esos mismos porcentajes de la energía mundial. Los patrones urbanos de producción y consumo chocan con los límites de unos recursos naturales finitos.
Y es que, a medida que los procesos de urbanización se consolidan, el consumo energético y las consiguientes emisiones de gases de efecto invernadero van en aumento. De hecho, se calcula que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado más de un 30% desde el comienzo de la revolución industrial, principalmente por el uso creciente de combustibles fósiles. Una tendencia especialmente acusada en ciudades de Asia y África, donde además del proceso urbanizador tiene lugar un cambio en el mix energético de las ciudades, que están pasando a ser grandes consumidores de combustibles fósiles (OCDE, 2010).
En Europa, la Carta de las Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad, conocida como Carta de Aalborg, y aprobada por los participantes en la Conferencia Europea sobre Ciudades Sostenibles en 1994, ya estableció que “nuestro actual modo de vida urbano, en particular nuestras estructuras de división del trabajo y de las funciones, la ocupación del suelo, el transporte, la producción industrial, la agricultura, el consumo y las actividades de ocio, y por tanto nuestro nivel de vida, nos hace especialmente responsables de muchos problemas ambientales a los que se enfrenta la humanidad. Este hecho es especialmente significativo si se tiene en cuenta que el 80% de la población europea vive en zonas urbanas.” Las ciudades tienen una función determinante en el proceso de cambio de los modos de vida, de la producción y del consumo. Y por tanto, un papel clave en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero para convertirse en lugares más saludables. Se convierten así en un espacio clave en la consecución de futuros compromisos climáticos.
El pasado 21 de julio, a falta de cuatro meses para la conferencia COP21 sobre el clima de París, tuvo lugar la preparatoria Cumbre de las Conciencias. Convocada, en palabras del presidente francés François Hollande, bajo la premisa de que “la crisis climática, y en sentido más amplio la ecológica, no solo se reduce a sus dimensiones científica, tecnológica, económica y política sino que se trata de una crisis de sentido". Personalidades de todas las religiones y filosofías del mundo entero se reunieron ante la pregunta “The climate, why do I care?”, con la finalidad de concienciar a la sociedad de la importancia del cambio climático y de la necesidad de lograr un acuerdo en la conferencia sobre el clima. Al mismo tiempo, y también en París, representantes de unos cuarenta países, participaron en una sesión de negociaciones informales para intentar facilitar la conclusión de acuerdos en diciembre, cuando la comunidad internacional se ha fijado como objetivo limitar a 2ºC el alza de las temperaturas generada por las emisiones de gas con efecto invernadero.
La población española se muestra optimista y confía en que será posible lograrlo. Efectivamente, según el Barómetro de Cultura Ecológica de Metroscopia, tres cuartas partes de la población opinan que es posible revertir el cambio climático, aunque para ello, hay un claro consenso en que será necesario cambiar significativamente nuestro modo de vida (89%).
Cambio Climático y ciudad. Producido por La Mirada Invertida para Ecologistas en Acción con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente. 2012.
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