Tres chascos, tres
Una pareja se me acercó y me pidió una foto. Accedí gustoso y me situé entre ellos, entonces el chico me dijo: "No, si lo que queremos es que nos la eches"
Tres fenomenales chascos en menos de una semana:
Rodando con Carlos Areces una película, en la que me dijeron que interpretaría un papel complejo lleno de matices, pero que en realidad secuencia tras secuencia lo único que hago es fingir que escucho y a veces, muy esporádicamente, soltar un “sí señor” o un “gracias señor” (hago de secretario de ministro), le enseñé a Carlos mi última columna publicada en EL PAÍS. Lo hice con el orgullo del que se sabe columnista fijo semanal del periódico más vendido (con mucha diferencia sobre los demás), esperando despertar en él, sobre todo y más que nada: envidia, mucha envidia. La leyó en silencio, mientras yo lo miraba fijamente, sin esbozar siquiera una ligera sonrisa y al terminar me largó: “Cuándo has escrito 'disgregación lo que querías escribir realmente era 'digresión' ¿no?”. ¡CHASCO!
Caminando por la Gran Vía una pareja homosexual masculina se me acercó tímidamente y me pidió una foto. Accedí gustoso y me situé entre ellos con mi mejor sonrisa, entonces el chico estupefacto me dijo: "No, si lo que queremos es que nos la eches". ¡CHASCO!
Cenando en casa de David Trueba con un variado grupo de intelectuales lo cierto es que durante el banquete y en las interesantes conversaciones que se iban sucediendo no había encontrado ocasión, como se suele decir vulgarmente, de meter mojá y permanecía callado. Entonces me pareció buena idea enseñarles en mi smart un divertidísimo vídeo donde una miss al ser preguntada ¿quién era Confucio? responde textualmente: “Y por eso… se le ha… de lo más antiguo… fue uno de los chinos… japoneses… que fue de lo más antiguo. Gracias”. Todos prorrumpieron en sonoras carcajadas y me pidieron que se lo pasase. Por un momento el deslumbrante foco de atención se había desplazado sobre mi persona. Fue en ese momento álgido cuando David se giró y clavando sus ojos de color azul aciano me espetó: "Y tu Joaquín, ¿sabes quiñen fue Confucio?". ¡CHASCO!
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