Cosas que pasan
Aunque el mundo insista en negarlo, padecer cansa mucho más que hacer
Algunos humanos, por mucho que intentemos pasar por la vida como quien no quiere la cosa, somos incapaces de lograrlo. No es que tengamos un gran carisma ni una belleza simpar ni un talento amortizable ni un intelecto sobrenatural. Simplemente, lo que sucede es que las cosas no nos dejan en paz. Y las cosas se manifiestan siempre, como decía el sabio Bono y el casi tan sabio Dios, en formas misteriosas. Estás en la playa, saludando al sol, a la última novela de Nick Hornby y a alguna bella dama, y llegas a casa al cabo de unas horas ardiendo en el Averno. Piensas que tienes una insolación, pero como tú eres de los que sufren la vida, no la viven, lo que tienes son unas quemaduras de primer grado que te van a dejar encerrado el resto de tu última semana de vacaciones. Y entonces, con todo el tiempo del mundo para pensar en el cosmos, o incluso en algo más entretenido, como, pongamos, tú mismo, te das cuenta de que no te soportas, y lo peor es que, hagas lo que hagas, te vas a pasar en tu compañía 24 horas al día el resto de tu vida.
Sería práctico poder echarle la culpa a los demás. A otros les funciona. Pero tú, a la hora de desactivar la bomba, siempre cortas el cable rojo cuando el bueno era el azul, mendrugo. Solo puedes culparte a ti mismo, el insensato que dijo "no necesito protector solar". Y entonces lees que James Franco, ser polifacético, está escribiendo un libro sobre Lana del Rey. ¿Por qué? ¿Para qué? Pues porque no puede parar de crear y para recordarle al mundo exactamente eso. En cambio, a ti te da palo escribir hasta la lista de la compra. Si tú perteneces al clan al que le pasan cosas, él es miembro de la casa que hace cosas. No importa que lo que haga sea casi siempre una basura, porque lo que se valora es la actividad. Muchos la confunden con el talento. Aunque el mundo insista en negarlo, padecer cansa mucho más que hacer.
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