Final feliz: 'Chapa' y 'Pote' encuentran el hogar perfecto para ellos
Y llegó la casa. El hogar. Ese sitio especial que Amparo buscaba y rebuscaba entre llamadas y mensajes para Chapa y Pote. El camino no ha sido nada fácil para esta guerrera contra el maltrato animal que fundó El Portalico, la protectora que acogió a los cachorros que se hicieron famosos por haber sufrido la parte más brutal del ser humano hace mes y pico en Cartagena (Murcia). Tres cachorros de apenas cuatro meses fueron arrojados a una poza de alquitrán de la que salieron vivos de milagro, rescatados por una familia de superhéroes que en todo este tiempo se ha querido mantener en el anonimato. Al más puro estilo de Supermán. Pringados de chapapote y temblando de pánico, los perros pasaron a las manos de Amparo y sus tres mosqueteras, que se dejaron durante toda una noche la piel, los ojos y parte de su salud en quitar los restos de alquitrán de los cuerpos casi petrificados de los cachorros. Uno de ellos murió entrada la madrugada. Y aquellas imágenes se quedaron en la retina de millones de lectores, espectadores, devoradores de redes sociales. La noticia corrió como la pólvora, llegaron las muestras de indignación, el ruido, las televisiones, la investigación sin frutos de la Guardia Civil, otra vez las televisiones, las llamadas, el ruido y entre medias, y cada vez más prolongado, el silencio y el miedo al olvido.
Ha sido un mes y pico de mucha incertidumbre. Amparo se llevó a los entonces recién bautizados Chapa y Pote a su casa, donde vive con otros 10 perros, para que se recuperaran en un hogar de las heridas físicas y psicológicas que habían sufrido. Lo cierto es que pensaba que pronto le quitarían de las manos a los “perros más mediáticos del mundo”. Pero nada más lejos de la realidad. Se ha encontrado con llamadas de todo tipo, muy pocas serias, muchas caprichosas e infinitas con un alto grado de irresponsabilidad:
-”Hola, somos una pareja interesadísima en los perros. Estamos impactados por la noticia desde que salió, nos quedamos en estado de shock cuando la vimos. Vivimos en una casa grande con jardín, van a estar muy bien cuidados y estamos muy ilusionados con tenerlos”.
-”Ah, qué bien, perfecto. Mira, dame tus datos, dónde vives, rellena el formulario y te llamo mañana y hablamos tranquilamente de todo”.
-(Media hora después). “Hola otra vez… Mira, somos la pareja de antes. Llamo para cancelar el pedido, es que nos vamos este verano a Ibiza y no nos vamos a poder hacer cargo de ellos”.
Esa ha sido una de las llamadas que quedarán para la posteridad de esta historia. También llamó una veterinaria que aseguraba estar “loca por quedarse con los cachorros” pero que nunca más volvió a coger el teléfono. Otra que después de una primera llamada contestaba con bromas por Whatsap, familias poco convencidas guiadas por el capricho de los niños y una chica que se permitió el lujo de llamar solo para abroncar a Amparo por “quitarles oportunidades a los perros” al exigir una adopción conjunta. “Estás atentando contra los derechos de los animales. La que tiene el trauma eres tu y no ellos”, le dijo, sin haber pasado ni cinco minutos cerca de los cachorros.
Paralelamente, en Facebook un grupo de gente se tomaba la libertad de verter comentarios a la ligera, extrañados, decían, de que los animales no hubieran conseguido en todo este tiempo una adopción, y acusando a la presidenta de El Portalico de utilizarlos para sacar provecho mediático. Bajezas morales sin sentido cuando te sientas cinco minutos con ella y compruebas que su único propósito es encontrar el mejor hogar para los perros. “Que me digan lo que quieran, yo solo pienso en lo mejor para ellos”, se excusa. En definitiva, no ha sido un mes nada fácil. “La verdad es que estoy cansada, llevo más de 20 años dedicada a luchar por los animales, sin vacaciones, siempre al pie del cañón, y a veces tengo ganas de dejar la primera línea, cerrar el refugio y dedicarme a luchar de una forma más pausada, en un segundo plano”, explica Amparo, guerrera sin aliento, sin medios y por supuesto sin ejército.
Pero el tiempo le dio la razón. Cuando peor lo estaba pasando, las oleadas mediáticas llegaron a Barcelona y aparecieron Estrella y Juanma. La pareja perfecta para Chapa y Pote. Amantes de los animales, este matrimonio de 38 años todavía sufría la pérdida de Keko, su perro de cinco años que, enfermo del síndrome de Addison, murió repentinamente hace tan solo dos meses. La casualidad quiso que se toparan en los periódicos hace una semana con la noticia de que los cachorros no tenían todavía una familia. Dudaron un poco, tampoco mucho, porque les pueden las causas perdidas, los casos más injustos. “En un principio pensábamos esperar a después de verano para adoptar porque todavía está muy reciente lo de Keko”, cuenta una Estrella que no puede evitar emocionarse al recordar a su perro. “Pero cuando vi sus caras supe que tenía que llamar”. Vivieron con nervios los días previos al sí definitivo y lloraron como magdalenas cuando leyeron el mail de Amparo hace un par de días con la respuesta afirmativa.
¿Y ahora, te da pena dejarlos marchar?. “Por supuesto, pero sé que es lo mejor para ellos. Además, ahora estoy sin parar, preparando chips, castraciones, y demás historias de 20 perrines del refugio a los que he conseguido adopción en Francia. Fíjate cómo está la cosa aquí que se tienen que ir allí. Pero bueno, con tantos abandonos que hay ahora, eso es una bendición”, dice Amparo, contenta por mantener activa la maquinaria. “Si estos se van, otros pueden entrar”, sonríe.
Así que el domingo que viene dirá adiós con un sentimiento agridulce a Chapa y Pote, sus "nenes". Pero sabe que se irán como ella quería, juntos, y pondrán rumbo a su nuevo hogar en Barcelona, donde vivirán en una casa con jardín, conocerán por primera vez una playa canina y estarán extra vigilados por una veterinaria en la familia. Fuegos artificiales para Chapa y Pote, que dejan atrás una historia llena de alquitrán, de heroicidades a lo Supermán y luchas incansables de su ángel de la guardia, una guerrera sin cuartel rodeada, eso sí, de escuderas que ejercen de mosqueteras.
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