_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pedigrí

“¡Familias, os odio!”, decía André Gide para seducir a los jóvenes. Pues con Pablo Iglesias lo tendría crudo

Fernando Savater

Cuenta Amartya Sen que un fascista hablaba con un campesino italiano tratando de reclutarle para el partido. El buen hombre se excusaba, humilde: “Mire, es que mi padre fue socialista, como mi tío, como mi abuelo… De modo que debo ser socialista yo también”. “¡Qué absurdo! —se indignaba el fascista—. ¿Y si tu padre fuese un ladrón y tu abuelo un asesino, que tendrías que ser tú?”. “¡Entonces sí! —dijo radiante el campesino—, ¡entonces con mucho gusto me afiliaría al partido fascista!”.

También Pablo Iglesias blasona de que su tío abuelo, su abuelo, sus padres, todos fueron socialistas o comunistas y padecieron persecución por ello. De modo que él “lleva la izquierda tatuada en las entrañas con orgullo”, que ya es llevar. Conozco ganadores del Derby con menos pedigrí. En nuestros tiempos de olvido o desdén de los valores familiares es bueno saber que aún hay jóvenes fieles a la tradición. Dijo Josep Pla que en este mundo podrido (el suyo, el nuestro: cualquiera) sólo hay tres cosas de pureza conmovedora: la pasta asciutta, el vino de Riesling y el amor filial. Iglesias tiene este último flanco bien cubierto.

Sin embargo, algo de razón llevaba el reclutador fascista: aceptar la trasmisión genética de la ideología política no carece de riesgos. ¿Diremos que si Pablo hubiese nacido en una familia de radicales islámicos ahora correría alfanje en mano tras los cristianos que se pusieran a su alcance? ¿Entiende ese joven tan prometedor que sus adversarios son todos de estirpe franquista y llevan por tanto el derechismo incorporado de fábrica? ¿Volvemos a la limpieza de sangre y a la hidalguía de cuna, tan españolas?

“¡Familias, os odio!”, decía André Gide para seducir a los jóvenes. Pues con Pablo Iglesias lo tendría crudo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_