Cuando el hijo cambia al padre
FOTO: Miguel de Guzmán / Imagen Subliminal
En el centro de México DF, la Colonia Roma creció durante el siglo XIX como un ensanche en el que se asentaron las clases pudientes. Luego perdió habitantes con el despertar de la vida suburbana y los siguió perdiendo tras el terremoto de 1985 por estar asentada en un subsuelo lodoso que amplifica las ondas sísmicas. Clara de Solà-Morales y Eduardo Cadaval explican cómo se deterioró el barrio que ahora resurge con restaurantes, galerías de arte y nuevos espacios públicos. Ha sido allí, y en medio de ese nuevo clima de optimismo, donde la empresa Reciclaje Urbano les encargó construir un edificio a partir de una vivienda catalogada de valor histórico, sin garaje –en una ciudad donde es difícil desplazarse sin coche— y con comercio en la planta baja. Se trata de un proyecto que busca reforzar la calidad urbana de la zona pero que, en México, remite a “una forzada combinación para las clases bajas”, explican los arquitectos.
La normativa exigía, únicamente, la conservación de la fachada. Pero los arquitectos pensaron que era la estructura la que daba razón de ser a dicha fachada. Así, optaron por utilizar el inmueble como zócalo y añadirle un nuevo uso. Lo que se llama construir una ciudad a capas en contraposición a la tabula rasa.
“El proyecto se sustenta en el análisis pormenorizado de cada uno de los elementos para buscar generar una realidad distinta a la existente pero en armonía con la construcción original: pasado y presente conviviendo”, explican. Así, es un corredor lateral el que da acceso a los pisos mientras que el patio de la casa original está replicado en la parte posterior para crear nuevos accesos.
En la antigua zona de servicio, un segundo patio replica la forma de la casona existente para ofrecer una lectura continua. Sobre ese zócalo ampliado crecen dos plantas de nueva construcción que anuncian desde sus materiales ligeros su novedad. La última planta desgaja el proyecto en varios niveles de terrazas y vivienda. Ese fraccionamiento favorece al barrio y hace que la nueva vivienda elija replegarse en lugar de imponerse.
“Excavando medio nivel sobre la cota de la calle y construyendo niveles intermedios, el interior de la casona ha pasado de tener una sola planta a multiplicarse por tres en algunos puntos”, explican los proyectistas. Con su proyecto, el barrio ha ganado en complejidad, el edificio original ha permanecido y su “hijo” ha conseguido ampliar su uso sin alterar su aspecto.
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